luz del mundo

Domingo 11 de marzo de 2018 – Contemplar, abrir el corazón a la Luz.

H. José Torres, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor que, al contemplarte en la cruz, vea con los ojos de mi corazón un signo de amor, de perdón, de liberación. Dame la gracia de contemplarte como lo hizo tu Madre santísima allí al pie de la cruz; que sea fuerte y que pueda acompañarla, que la pueda consolar, que pueda ser otro san Juan que no tenga miedo a la cruz, que sea perseverante hasta el final. Amén

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, Jesús digo a Nicodemo: ¨Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. ¨Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios¨.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Así ha de ser elevado el Hijo del Hombre, para quien crea en él tenga vida eterna» y es así como lo contemplamos. Muchos israelitas en el desierto, con sólo mirar a la serpiente elevada, fueron curados; pero para nosotros es muy diferente porque no nos basta con mirar, sino que debemos contemplar. La diferencia radica en que lo que veían los israelitas fue hecho por las manos del hombre, pero lo que nosotros contemplamos es a Dios, a Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Para nosotros no basta ver, hay que creer, dice Jesús en este Evangelio, por eso hay que pedirle que aumente nuestra fe.
Jesucristo no ha venido a juzgar sino a perdonar y si queremos imitarle debemos pedirle que nos enseñe a ser misericordiosos; que por medio de nuestros gestos y nuestras palabras, podamos llevar amor, perdón, esperanza a quienes más lo necesita. Y que en este tiempo de Cuaresma nos permita experimentar su misericordia y nos deje cubrirnos por ese manto suave, ligero, perfumado de amor, que no se cansa de limpiarnos, que está siempre esperándonos.
Por último pidamos a María Santísima que nos ayude a ser luz para los demás; que nuestros actos, nuestros trabajos de la vida cotidiana, sean verdaderas lámparas que iluminen y acerquen a los demás al amor de Dios.

«Quien ha encontrado a Jesús ha experimentado el milagro de la luz que rasga las tinieblas y conoce esta luz que ilumina y aclara. Querría, con mucho respeto, invitar a todos a no tener miedo de esta luz y a abrirse al Señor. Sobre todo querría decir a quien ha perdido la fuerza de buscar, está cansado, a quien, superado por las oscuridades de la vida, ha apagado el deseo: “¡Levántate, ánimo, la luz de Jesús sabe vencer las tinieblas más oscuras; levántate, ánimo!”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, al contemplar una imagen de Cristo crucificado reconoceré el gran amor que Dios me tiene y se lo agradeceré.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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