Miércoles 4 de mayo de 2022 – La necesidad del amor y del perdón
Michael Vargas, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, concédeme la gracia de poder experimentar y transmitir tu amor a los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: ¨Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día¨.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En todo momento y ante toda circunstancia, estamos llamados a buscar las verdades que conforman nuestra vida, ¿Por qué vivímos? ¿Por qué estamos viviendo esta situación? ¿Qué nos quiere decir Dios a través de esta meditación?
Ante estas preguntas que nos pueden surguir, tenemos que ser conscientes de que existen verdades fundamentales, verdades que conforman cada una de las respuestas que queremos encontrar. Una de ellas es el descubrir la verdad sobre la voluntad de Dios en nuestra propia vida, es decir, qué quiere Él de mí y qué quizó desde el momento en que me creó, pues si vemos el camino y la vida de toda persona, podremos descubrir que hay una orientación natural hacia Aquél que nos ha creado. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir, que hemos sido creados para amar y para ser amados, a ejemplo del amor de Dios.
En el Evangelio de hoy el Señor nos da una de las pautas para poder mantenernos plenos en aquellos momentos en los cuales experimentamos un vacío en nuestro corazón. Él viene a enseñarnos que, ante esa sed o esa hambre que podamos experimentar en nuestra vida, nos da plenitud y paz. Dos acciones, en primer lugar, tener un encuentro personal con Él y, en segundo lugar, vivir y transmitir a los demás aquello que hemos experimentado en ese encuentro personal.
Esto se lleva a cabo cuando somos conscientes de ese gran tesoro dado por Dios, el don de poder amar y más aún, de sentirnos amados; es decir, es a través del encuentro personal con Dios como se puede llenar nuestro corazón y de esta manera lo podremos experimentar y transmitir a los demás.
«El que me ama será fiel a mi Palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él» Jesucristo.
«Cada uno sabe cuál es su pecado, su debilidad más fuerte. En primer lugar debemos reconocer esto: ninguno de nosotros, todos los que estamos aquí, puede decir: “Yo no soy un pecador”. Los fariseos lo decían y Jesús los condena. Eran soberbios, altivos, se creían superiores a los demás. En cambio, todos somos pecadores. Es nuestro título y es también la posibilidad de atraer a Jesús a nosotros. Jesús viene a nosotros, viene a mí porque soy un pecador».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Viviré con verdadera caridad por amor a Dios, a mí y a los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.