cielo

Miércoles 31 de julio de 2019 – Lo difícil que es ir al cielo.

San Ignacio de Loyola, presbítero

H. Francisco J. Posada, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que no tenga miedo de amarte más y más.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las cosas que más nos cuestan son las que más nos remuneran porque nos ayudan a darnos cuenta de que las cosas fáciles pasan rápido y nos dejan con el mismo deseo con el que empezamos. El encontrar estos desafíos en nuestra vida es un motivo de alegría porque percibimos que será una oportunidad para crecer, pero hay que poner en marcha nuestra acción para que se lleve a cabo y, esto, es algo que nos cuesta a todos.
En estos momentos la motivación es lo que nos mueve y si fuera una motivación como el llegar al cielo haríamos todo lo posible por alcanzarlo, ya que es algo por lo que nuestra alma suspira.

«Esta es también la manera de dar el mejor testimonio del Evangelio, que proyecta sobre la persona la luz poderosa que el Señor Jesús continúa proyectando sobre cada ser humano. La humanidad de Cristo es precisamente el tesoro inagotable y la escuela más grande, de la cual aprender continuamente. Con sus gestos y sus palabras, nos hizo sentir el toque y la voz de Dios y nos enseñó que cada individuo, sobre todo el último, no es un número, sino una persona, única e irrepetible.»
(Discurso de S.S. Francisco, 17 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Acercarme a uno de los tesoros de mi vida: la Eucaristía.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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