en medio del mundo

Lunes 9 de septiembre de 2019 – ¿Es lícito llevar a Cristo a todos y en todo?

H. Jose Torres, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor. que abra mi corazón a tus inspiraciones para poder cumplir siempre tu santa voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.
Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?” Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: “Extiende la mano”. Él la extendió y quedó curado.
Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a reflexionar, más y profundamente, sobre nuestra coherencia de vida bajo el aspecto de nuestra correspondencia a su gracia. Vemos que la gracia, y nuestra vida, tienen que ir a la par de lo que Dios nos pide e invita a vivir como cristianos. No podemos quedarnos en un mero y superficial cumplimiento del deber, ya sea como ciudadanos, padres de familia, hijos, trabajadores, estudiantes, etc., sino como cristianos comprometidos y con el verdadero deseo de vivir el Evangelio en my en nuestras realidades temporales.

«¿Es lícito curar en sábado?», es la pregunta de los fariseos.  Para nosotros la pregunta puede ser: ¿es lícito llevar a Cristo a todos y en todo? Es una incógnita difícil y que puede bloquear nuestros sentimientos; hay quienes se pueden quedar en una reflexión intelectualista, otros con el mal vivido respeto humano, en fin, un sinnúmero de excusas, pero la respuesta debería ser mucho más simple, porque no necesitamos grandes apostolados, grandes obras y estructuras, lo único que necesitamos es vivir con coherencia nuestra fe, ser verdaderamente católicos en medio del mundo, que nuestras vidas sean verdaderos evangelios que den testimonio de nuestro amor a Cristo.

No se trata de ser perfectos sin errores, sino que se vea el esfuerzo por la santidad, por querer amar cada día más, por dar testimonio de nuestra redención. Tenemos un amigo que dio su vida por nosotros, tenemos la certeza que hay un cielo al que queremos llegar y así poder contemplar la luz del rostro de Cristo, pero para eso tenemos que luchar a diario.

Pidamos a María que nos ayude a ser fieles y coherentes en nuestras vidas, que podamos ser verdaderos testimonios en medio del mundo, que nuestras vidas sean luz en las tiemblas, paz en las guerras y esperanza para quien la necesite.

«El buen samaritano es Cristo que se acerca al pobre, al que lo necesita. El buen samaritano también sos vos cuando, como Cristo, te acercas al que está a tu lado, y en él sabes descubrir el rostro de Cristo. Es un camino de amor y misericordia: Jesús nos encuentra, nos sana, nos envía a sanar a otros. Nos envía a sanar a otros. Solamente nos es lícito mirar a una persona de arriba a abajo, desde arriba, solamente para agacharnos y ayudarla a levantarse. Si no, no tenemos derecho de mirar a nadie desde arriba. Nada con la naricita así, ¿eh? Si yo miro desde arriba es para agachar y ayudar a levantar.»
(Ideomensaje de S.S. Francisco, 25 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer una oración pidiendo por el incremento de las vocaciones en la Iglesia que asuman su corresponsabilidad de vivir la misericordia.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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