Cristo nos invita a toma la cruz de cada día

Miércoles 5 de febrero de 2020 – El regalo de este momento.

San Felipe de Jesús, mártir

H. Miguel Ángel Pastrana, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por el regalo de estar aquí, ayúdame a estar con todo el corazón.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 23-26
En aquel tiempo, Jesús le dijo a la multitud: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?

Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Cómo empezamos?, ¿dónde está la cruz?, ¿la cargamos? Nos quedamos en silencio esperando a que el Señor nos diga qué quiere que hagamos o a quién tenemos que perdonar. Esto está muy bien, y de seguro que el Señor nos va a responder a su debido tiempo. ¿Qué tal si nuestra cruz es estar en este momento de oración? De seguro tenemos muchas cosas que hacer; de seguro que hay cosas en nuestra vida que no entendemos y quisiéramos unas cuantas respuestas ya ahora.

Cristo, en este Evangelio, nos llama a unir toda nuestra vida a su sacrificio en la cruz. Por lo tanto, no hay ningún aspecto que no desee ver unido a Él. Jesús quiere ser el centro, el modelo y ejemplo de nuestra vida hasta en los detalles más pequeños. Y estar aquí es un momento muy importante que no está exento de cruz.

Cristo nos invita a toma la cruz de cada día ahora, en este momento. A decir un primer «sí». Pongamos primero nuestros cansancios, la aburrición (si la hay) y las cosas que nos preocupan, en sus manos. Esta es la parte de negarse a sí mismo. Luego tomemos nuestra cruz, es decir: digamos que «sí». Digamos que aceptamos estar cansados y preocupados, que todo vale la pena si podemos, aunque sea un minuto, estar con Él. Miremos qué hace: miremos cómo toma las preocupaciones y sonríe. Miremos cómo nos acompaña mientras camina.

Qué bueno sería que pudiéramos repetir este ejercicio cada vez que algo nos costara. Pero, aunque se nos olvide, Jesús está feliz de vernos en este momento aceptando su voluntad. Porque seguir la voluntad del Padre en el aquí y en el ahora, es lo más importante.

«Una multitud formada por individuos que solo miran sus propias necesidades sin darse cuenta de los demás y, por lo tanto, nunca descubren el sabor pleno de la vida. El individualismo impide la felicidad plena, porque excluye al otro del horizonte. Cuando sigo ciego ante el sufrimiento y la fatiga de los demás, en realidad estoy ciego ante lo que podría hacerme feliz: no se puede ser feliz solo. Jesús dice en el Evangelio con una frase lapidaria: “¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?”.»
(Discurso de S.S. Francisco, 16 de marzo de 2019).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Durante el día encontraré dos momentos para agradecer al Señor el don de su presencia en mi vida.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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