rompecabezas

Miércoles 18 de marzo de 2020 – La pieza que faltaba.

H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, sé que estás aquí…quiero entregarte este pequeño momento de oración porque te amo. Tú sabes que tengo muchas cosas por hacer, pero este tiempo es sólo para Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Alguna vez has armado un rompecabezas? Sí, esos que son de 25, 100, 300, 500 ó 1000 piezas. Sí, a veces son de paisajes, de lugares increíbles…sí, esos, esos… Las veces que yo he armado un rompecabezas ha sido junto con mi madre y también con algunos hermanos de mi comunidad. Una vez armamos una imagen de un pequeño pueblo italiano incrustado en una montaña junto al mar. Era una fotografía muy bonita, con unos veleros, y cada casa con las típicas ventanas italianas. Después también armamos un rompecabezas de 1000 piezas, estaba súper difícil, era una imagen de pingüinos…obviamente todos los pingüinos eran iguales.
Creo que el Evangelio de hoy lo podemos comparar a cuando se arma un rompecabezas. Jesús nos explica que Él no viene a desarmar todas las piezas que los judíos ya habían puesto, Él no viene a destruir todo lo que ya estaba, no, Jesús viene a ayudarnos a seguir armando la bella imagen que Él mismo diseñó desde toda la eternidad; es más, Jesús no sólo nos ayuda a terminar de poner las piezas en su lugar, sino que también nos revela que Él es la pieza que faltaba, Él es la pieza que hace que toda la imagen tenga sentido.
Aprovechemos este momento de oración sólo para contemplar a Jesús, ese Jesús que no se impone ante nuestra libertad, sino que nos ayuda a ir poniendo las piezas en su lugar, cada una a su tiempo para formar una bella imagen. ¿Cuál será esa imagen? Pregúntaselo… ¡sin duda alguna te sorprenderás!

«El Evangelio de hoy está tomado del “Sermón de la Montaña” y trata el tema del cumplimiento de la Ley: cómo debo cumplir la Ley, cómo hacerlo. Jesús quiere ayudar a sus oyentes a tener un acercamiento justo a las prescripciones de los Mandamientos dados a Moisés, exhortándolos a estar disponibles para Dios que nos educa para la verdadera libertad y responsabilidad a través de la Ley. Se trata de vivirla como un instrumento de libertad. No olvidemos esto: vivir la Ley como un instrumento de libertad, que me ayude a ser más libre, que me ayude a no ser esclavo de las pasiones y el pecado. Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió de frío en Siria anteayer. Tantas calamidades, tantas. Esto es el resultado de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo dominar sus pasiones. No cumplen con la ley. Cuando se cede a las tentaciones y pasiones, uno no es señor y protagonista de su vida, sino que se vuelve incapaz de manejarla con voluntad y responsabilidad.»
(Homilía de S.S. Francisco,16 de febrero de 2020).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tener 5 minutos de silencio (en el carro, en casa, en la parroquia) para contemplar cómo Cristo me ha ayudado a ir armando el rompecabezas de mi vida; para contemplar cómo mi misión es la de Él y su misión es la mía.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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