Lunes 13 de abril de 2020 – El gozo del anuncio.
H. José Alberto Rincón, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que experimente la urgencia de anunciar tu Evangelio con mis actos y, si es necesario, con mis palabras.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: «No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: «Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación».
Ellos tomaron dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Llenas de temor y de gran alegría. ¡Vaya contradicción! ¿Puede acaso juntarse el temor con la alegría? Más aún, ¿puede un hecho solo ser al mismo tiempo causa de dos sentimientos antagónicos? Este es el escándalo de Cristo, el escándalo de Dios. Sienten, pues, las mujeres temor; el anuncio que el ángel les ha comunicado supera hasta la más descabellada de las ideas que pudiera habérseles ocurrido. Experimentan también una gran alegría; la esperanza que llevaban en su mente como hijas del pueblo de Israel, y en su corazón, como seguidoras del Mesías, ha sido colmada. En una palabra, su razón no entiende lo que su fe les anuncia.
Sin embargo, esta sensación inexplicable no las detiene; al contrario, se ven impulsadas a comunicarlo. Corren, viven una santa urgencia similar a aquella que movió a la Santísima Virgen a visitar a su prima santa Isabel. Las dos escenas están relacionadas. María salió presurosa y, así, tuvo lugar la primera misión de evangelización que Cristo llevó a cabo; las dos mujeres parten veloces, y así ocurrió la primera misión de evangelización que los discípulos de Cristo recibieron.
Algo sucede, no obstante, antes de que esta embajada llegue a su destino. Cristo sale al encuentro de las mujeres. Lo hace cuando están juntas, lo hace cuando están en camino. Así es como Él desea hacerse presente en nuestras vidas: estando junto con nuestros hermanos, estando en camino de misión. Jesús mismo les asigna un nuevo contenido a su mensaje. No sólo han de anunciar que el Señor ha resucitado, sino que han de guiar a los apóstoles de vuelta a Él.
Sí, no hemos de temer, pues la muerte ha sido vencida. Con la fuerza que nace de ese encuentro con la mirada misericordiosa del Señor Resucitado, vayamos también nosotros a recordar a los hombres que lo verán en la Galilea donde Él mismo quiso llamarlos a compartir su misión, en primer lugar. No olvidemos, ciertamente, ir acompañados.
«La piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo camino. Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la alegría del evangelio. Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte. Y si ayer, con las mujeres contemplábamos “al que traspasaron”; hoy con ellas somos invitados a contemplar la tumba vacía y a escuchar las palabras del ángel: “no tengan miedo… ha resucitado”. Palabras que quieren tocar nuestras convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los demás. La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia.»
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En el momento en que me toque colaborar con alguien, buscaré acoger sus talentos y ofrecer los míos, sabiendo que ningún hombre es una isla, y que dos personas pueden ayudar a construir mejor que una el Reino de los Cielos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.