Viernes 28 de agosto de 2020 – El corazón joven con deseo de Dios.
San Agustín, obispo y Padre de la Iglesia
H. Leonardo Garzón, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, Tú conoces mejor que nadie mi corazón, sabes cuáles son mis heridas, qué es lo que más anhelo, y que, a fin de cuentas, mi corazón tiene sed de ti. Ayúdame a buscarte siempre para amarte sin condición y que mi corazón sepa que descansará hasta encontrarte.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño y todas se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’. Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A los jóvenes nos gusta la aventura y los lugares exóticos porque nos emocionan, son ocasiones para mostrar nuestra juventud fuerte y valerosa. Muchas veces este deseo nos lleva a tomar decisiones de las que nos arrepentiremos después, en una palabra, hemos sido imprudentes y, desgraciadamente, a veces esto pueden llevar a la muerte. Nuestra vida joven es una tensión entre este deseo de hacer cosas emocionantes y madurar para convertirnos en personas adultas responsables.
Más allá del peligro de la muerte existe el peligro de la muerte espiritual, que nuestra alma y nuestra relación con Dios se sequen. Tenemos nuestras lámparas que Dios nos ha dado, las podemos pintar del color que queramos, ponerles adornos, pero si nos falta el aceite de la gracia de Dios nuestra lámpara no tiene tanto sentido. El aceite que la llena y le hace dar luz es esencial. Ahora la pregunta que nos podemos plantear es, ¿cómo conseguir este aceite? Ya que nuestro corazón siempre joven nos pide que lo busquemos, debemos saber que este líquido no es fácil de encontrar, es toda una aventura hallar la fuente y tomarla. La tienda de este aceite es propiedad de Dios por lo que le tenemos que pedir que nos lo dé, y no solo la medida, sino que nos conceda tener más por si se nos acaba en el camino o alguien más lo necesita.
Pidámosle al Señor que nos dé todo el aceite que necesitamos en nuestra vida y que podamos seguir los deseos más profundos de nuestro corazón para amarlo y entregarnos totalmente a Él.
«La lámpara es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta y hace fecunda y creíble la luz de la fe. La condición para estar listos para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino una vida cristiana rica en amor y caridad hacia el prójimo. Si nos dejamos guiar por aquello que nos parece más cómodo, por la búsqueda de nuestros intereses, nuestra vida se vuelve estéril, incapaz de dar vida a los otros y no acumulamos ninguna reserva de aceite para la lámpara de nuestra fe; y ésta —la fe— se apagará en el momento de la venida del Señor o incluso antes. Si en cambio estamos vigilantes y buscamos hacer el bien, con gestos de amor, de compartir, de servicio al prójimo en dificultades, podemos estar tranquilos mientras esperamos la llegada del novio: el Señor podrá venir en cualquier momento, y tampoco el sueño de la muerte nos asusta, porque tenemos la reserva de aceite, acumulada con las obras buenas de cada día. La fe inspira a la caridad y la caridad custodia a la fe.»
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tener el valor de salir al encuentro de alguien con quien no me lleve bien.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.