Gracias, Santa María de Guadalupe

Sábado 12 de diciembre de 2020 – La fe si puede ver

Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América

H. Iker Trillas, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

María, gracias por creer y traerme la luz y la alegría de Jesús. Quisiera ser más un hijo contigo, Madre amorosa.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor».

Entonces dijo María: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¡Feliz día de la Virgen de Guadalupe! Día especial para los mexicanos y para Latinoamérica.

De qué manera llevaba María a Jesús en su interior que con su voz y presencia lo notó otra persona. Exteriormente no se veía nada fuera de lo común. Una jovencita normal, bella, que va a visitar a su prima porque está embarazada. Pero en el interior se está llevando a cabo un proyecto amoroso. En el interior va Dios mismo en la persona del Verbo. Y como se relaciona esta jovencita con el Verbo es lo que irradia hacia el exterior y contagia, transforma el presente con su presencia. Esto sucede cuando un alma está enamorada de la Persona que lleva dentro. De una simple visita sale una de las oraciones y poemas más bellos de la historia humana. Una simple visita de una prima a otra prima, dominadas por el amor de Uno que llevan dentro.

La razón no ve nada fuera de lo ordinario, los ojos no ven nada fuera de lo común. Un ángel que se le ha aparecido a una joven, y que se va a embarazar con Dios. Sin conocer a un hombre. Quién va a creer esto. Qué razón puede creer esto, qué ojos ven esto. Ni la razón ni los ojos alcanzan a ver. Pero «dichosa tú, que has creído». La fe sí puede ver. La fe quiere ver. La razón no llega a donde la fe puede. ¿No estaría loca esta jovencita? ¿Qué quién le dijo qué cosa? Esta es la fe del católico. Creer en Jesús. Creer, aunque la razón no alcance a explicar muchas cosas. «Dichosos los que creen sin haber visto» Jn 20, 29. Creer, aunque sea el raro, y el loco. Creer humildemente lo que mi corazón y mis ojos interiores sí ven.

Por otro lado, los mexicanos y latinoamericanos, de manera especial hoy que es el día de la Virgen de Guadalupe, podemos decir como santa Isabel. ¿Quién soy yo para que la Madre del Señor venga a verme? A mi tierra, a mi país, a mi casa, a mi corazón. Gracias, Santa María de Guadalupe, por haber puesto tus ojos en nosotros, en mí. Glorifiquemos al Señor por nuestra Madre querida.

 

«Esta historia nos habla de un caminar sin descanso. Siempre en camino, como María en la Visitación, atenta a las necesidades. Caminando de prisa, pero no ansiosa. Siempre en camino, con alegría y esperanza, para poder comunicar a todos la bondad y el amor de Dios.»

(Discurso de S.S. Francisco, 5 de octubre de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Agradeceré a María por creer y por ser mi Madre.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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