sanarnos de todo mal.

Domingo 7 de febrero de 2021 – La lucha contra la enfermedad.

H. Manuel García, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, si quieres puedes curarme. Siento algo en mi corazón, te pido ayuda porque no puedo solo, necesito que estés a mi lado. No te veo, no te escucho, no te siento, pero sé que estás aquí

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, todo pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que 1os demonios hablaran, porque sabían quién era Él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús vino a luchar contra la enfermedad, vino a sanarnos de todo mal. Tiene un corazón gigante que le mueve a sanar y llevar su gracia a todas las personas que se encuentra. Nosotros, como cristianos, estamos llamados a seguir su ejemplo; debemos ser un ejército que busca la sanación de un mundo enfermo. Hoy, más que nunca, se nos presenta la oportunidad para tenderle la mano al hermano en necesidad. La crisis de salud provocada por el coronavirus nos llega a todos y en eso se ve al verdadero cristiano, que está presente para servir, que no se deja llevar por lo más cómodo, sino que acompaña y alienta. Qué gran alegría es ver a la gente ser solidaria, ayudando a todo aquel que encuentran necesitado, especialmente los más vulnerables. Sienten en su corazón las palabras de Jesús: a mí me lo hiciste.

Dios nos llama a luchar contra la enfermedad en las circunstancias que nos pone día a día. Tal vez sea con un familiar enfermo o un amigo que sufre, y recordemos que los males que acechan al hombre no son solamente físicos, también hay males que no podemos ver. Por esto, armados con el valor de Cristo nos adentramos en la batalla contra la enfermedad y el pecado porque, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo, estar sano si pierde su alma?

 

«La conclusión del pasaje de hoy (vv. 35-39) indica que el anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús encuentra su lugar más propio en el camino. A los discípulos que lo buscan para llevarlo a la ciudad —los discípulos fueron a buscarlo donde Él rezaba y querían llevarlo de nuevo a la ciudad—, ¿qué responde Jesús? “Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique”. Este ha sido el camino del Hijo de Dios y este será el camino de sus discípulos. Y deberá ser el camino de cada cristiano. El camino. Como lugar del alegre anuncio del Evangelio, pone la misión de la Iglesia bajo el signo del “ir”, del camino, bajo el signo del “movimiento” y nunca de la quietud.»

(Ángelus de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2018).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Cuando tenga la oportunidad, visitar a alguien enfermo para acompañarlo en su sufrimiento.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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