Sábado 13 de febrero de 2021 – La verdadera acogida.
H. José Alberto Rincón, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme tener un corazón abierto a dejarse acoger por tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10
En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima de esta gente; ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos”.
Sus discípulos le respondieron: “¿Y de dónde se puede conseguir pan, aquí en despoblado, para que coma tanta gente?” Él les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos le contestaron: “Siete”.
Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.
Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Luego Jesús los despidió. Enseguida se embarcó con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Sabemos que no hay lenguaje entre los hombres que pueda hacer justicia a la maravillosa forma en que Dios se nos manifiesta. Sin embargo, buscamos poner en palabras lo que nuestro corazón experimenta, por imperfectas que éstas sean. ¿Y qué es lo que esas palabras nos comunican en este pasaje evangélico?
La traducción en español, desafortunadamente, eclipsa la belleza del texto. Jesús aparentemente dice: ‘Me da lástima de esta gente’. En realidad, la expresión que el evangelista empleó en este versículo particular es muy diversa. En latín, el vocablo misereor quiere decir: ‘Siento misericordia’. En el griego original, la palabra σπλαγχνίζομαι significa: ‘Estoy sintiendo compasión’. Así, no se trata de una emoción cualquiera, sino de una compasión misericordiosa; esto es, un sentir que conmueve hasta las entrañas, que llega a lo más hondo del corazón. Jesucristo no sintió misericordia… ¡la siente aquí y ahora!
¿Por qué enfocarnos en esto? ¿Porque se trata de una interesante lección de lenguas clásicas? ¡Definitivamente no! Contemplemos los ojos de Jesús. Notemos cuán tierna es su mirada al pronunciar estas palabras. Consideremos cómo realmente se estremece todo su ser al darse cuenta de la necesidad de tantas personas. Más allá de las abstracciones, hay historias de carne y hueso, rostros que nos interpelan. El verdadero milagro que nos narra este pasaje no es el de unos panes y unos peces que se multiplican, sino el del hambre espiritual de la humanidad que queda saciada después de estar con Cristo.
Sólo ahora podemos entender que acoger en verdad a una persona no significa sentir lástima por su situación; tampoco es sinónimo de experimentar una compasión superficial ante sus circunstancias. Es, más bien, dejar que la necesidad real de esa persona se clave como una espina en lo más íntimo de nuestro ser, de tal forma que su bien se convierta en nuestra prioridad. Así, en sujeto plural. Esto es el amor genuino. Lo demás es mera artificialidad edulcorada.
«María Santísima nos ayude a recorrer el camino que el Señor nos indica en el Evangelio de hoy. Es el recorrido de la fraternidad, que es esencial para afrontar las pobrezas y los sufrimientos de este mundo, especialmente en este momento grave, y que nos proyecta más allá del mundo mismo, porque es un camino que inicia en Dios y a Dios vuelve.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 2 de agosto de 2020)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando se acerque a mí una persona con una necesidad real, por pequeña que me parezca, buscaré mostrarle cuán importante es para mí y cuán dispuesto estoy a ayudarla.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.