nadie es profeta en su tierra

Lunes 8 de marzo de 2021 – De Dios a las personas que me rodean.

San Juan de Dios

H. Enmanuel Velázquez, LC.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, sé que es muy difícil comunicarte a las personas que está más cerca de mí, esas que, si les hablo del Evangelio. me dirán “que mosco te picó”. Dame la gracia de entender más profundamente lo que me pides y buscar formas de compartir el tesoro de mi fe con las personas que me rodean.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: «Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria».

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hacia un precipicio de la montaña sobre la que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio se pueden ver, como le gusta decir al Papa, dos ejemplos de personas marginadas. Pero no nos quedamos solo en el aspecto social, sino que reflexionamos en qué significa para nosotros a la luz de la fe cristiana. Es de gran importancia el ver que Dios, de una u otra forma, les quiere ayudar y no lo hace de manera directa, aunque tiene todo el poder para obrar así, sino que se apoya en gente. Creo que estos episodios bíblicos de los que hace mención Jesús son una muestra de que el contacto humano es esencial para que Dios actúe en la vida de las personas.

No es solamente que los profetas hagan su misión, sino que entra en juego también la libertad de las personas a las que quieren ayudar y que Dios les quiere revelar su amor con actos concretos. Si la viuda o el leproso no hubieran aceptado la ayuda de las personas que Dios les envió, su vida seguiría igual, no se salvarían de los males que padecían.

Todo encuentro es un evento donde entran en contacto dos voluntades y libertades, si alguna de las partes está obligada, pierde su valor. Así es como creo que este Evangelio nos invita a abrirnos en primer lugar a la gracia para aceptar la misión que Dios nos da y abrirnos a los demás para llevarles el mensaje que Dios nos ha comunicado.

 

«Para explicar la lógica de Dios, Jesús pone el ejemplo de dos grandes profetas antiguos: Elías y Eliseo, a quienes Dios envió para sanar y salvar a personas no judías, de otros pueblos, pero que habían confiado en su palabra. Ante esta invitación a abrir sus corazones a la gratuidad y universalidad de la salvación, los ciudadanos de Nazaret se rebelan, e incluso adoptan una actitud agresiva, que degenera hasta el punto de que “levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad y le llevaron a una altura escarpada del monte […], para despeñarlo”. La admiración del primer momento se había convertido en una agresión, una rebelión contra él.»

(Ángelus de S.S. Francisco, 3 de febrero de 2019).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

 

Rezar por mis vecinos, especialmente aquellos que no me caen tan bien.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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