Aquí están mis manos;

Sábado 03 de julio de 2021 – Dios mío, aumenta mi fe.

Santo Tomás, apóstol

H. Luis Felipe Copete Quintero, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, quizá en este momento no te pueda ver, escucharte o sentirte físicamente, pero sé que Tú estás aquí. Sin embargo, te pido que aumentes mi fe, que me ayudes a creer más en Ti y en tu presencia real en mi vida. Dame la gracia de despertar mis sentidos espirituales para verte, sentirte y escucharte en el interior de mi corazón. Amén.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.  Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dichosos los que creen sin haber visto. Dichosos nosotros que creemos en nuestro Señor sin haberlo visto. Pero ¿sí creemos de verdad o dudamos? Sabemos, gracias a los Evangelios, que los apóstoles estuvieron con Jesús, le conocieron, le vieron, le escucharon, aprendieron de Él, comieron con Él, a veces no le entendían y aun así le seguían. Sin embargo, uno lo entregó, otro lo negó tres veces, otros salieron corriendo en el momento de dificultad, algunos lo dejaron de seguir después de haber escuchado palabras «insensatas» como el comer de su cuerpo, y uno no creyó en su resurrección hasta que lo vio. Podemos pensar que los discípulos que estuvieron con Jesús, y de hecho vivieron con Él, serían más fieles, pero no fue así, al menos no con todos y cada uno de ellos.

Hoy nosotros creemos en el Señor, buscamos momentos de oración para estar con Él y escuchar su voz en el interior de nuestra alma. Buscamos ser fiel a su voluntad, lo cual es una lucha constante, y esto lo hacemos sin haberle visto físicamente. No debemos gloriarnos vanamente al respecto, pero sí podemos dar gracias al Señor por la fe que nos ha dado, por la oportunidad de poder creer en Él a pesar de que nuestros sentidos sean limitados para sentirle como sentimos al prójimo que está a nuestro lado. Por alguna razón sabemos que cuando rezamos estamos hablando con Jesús, sabemos que cuando vamos a la Eucaristía o la recibimos, es Jesús quien está ahí velado por los accidentes del pan y el vino, ¡esto es un don!

Santo Tomás no creyó a sus hermanos, incluso habiendo escuchado a su Maestro decir que iba a resucitar. Tomás dudó, lo cual es normal, es de humanos, somos pecadores y a veces nos falta fe. Pero cuando Jesús se hizo presente una vez más en la vida de santo Tomás, este le reconoció como su Señor y su Dios.

Demos gracias a Dios por los dones que tanto nos da. Démosle gracias por el don de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Pidamos constantemente que aumente nuestra fe pues, como hombres y mujeres pecadores, debemos reconocer que somos débiles y que sin su ayuda siempre habrá la posibilidad de caer, de desconfiar, de dudar. Señor no permitas que desconfíe de ti o de tu presencia en mi vida, dame la gracia de tener un encuentro diario contigo, Cristo resucitado. ¡Señor yo creo en Ti, pero aumenta mi fe!

«Nosotros, como Tomás, encontramos a Dios, lo descubrimos íntimo y cercano, y conmovidos le decimos: “¡Señor mío y Dios mío!”. Y todo nace aquí, en la gracia de ser misericordiados. Aquí comienza el camino cristiano. En cambio, si nos apoyamos en nuestras capacidades, en la eficacia de nuestras estructuras y proyectos, no iremos lejos. Sólo si acogemos el amor de Dios podremos dar algo nuevo al mundo. Así, misericordiados, los discípulos se volvieron misericordiosos.»

(Homilía de S.S. Francisco, 11 de abril de 2021).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Antes de la oración de la mañana, pedir al Señor que aumente mi fe para ser consciente de su presencia a lo largo del día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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