dar gloria a Dios

Miércoles 18 de agosto de 2021 – Por el Reino de Cristo a la Gloria de Dios

H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, Tú que has abierto tus brazos en la cruz para acogernos con amor y misericordia, te pido humildemente que abras mi mente para entender tu Palabra, que abras mi boca para proclamar tu mensaje y que abras mi corazón para recibirte en mí.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.

Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.

Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.

Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’.

De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Siempre que nos subimos a un coche tenemos un destino. A veces ni siquiera lo pensamos, pero para ir a la escuela o al trabajo tomamos una calle y luego una avenida y luego otra para finalmente llegar a nuestro destino.  ¿Acaso no convendría preguntarnos en algún momento cuál es el destino de nuestra vida? ¿Cuál es el fin por el que hacemos las cosas? ¿Por qué nos levantamos muy temprano en la mañana? ¿Por qué dedicamos muchas horas al trabajo o al estudio? Estas preguntas son clave para nuestras vidas. Y estas preguntas importantes hay que hacérselas junto con Jesús. Sí, preguntarle a Jesús esto en la oración: ¿Cuál es el fin de mi vida? ¿Cuál es el fin de nuestras vidas?

Encontrando la respuesta a esta pregunta, muy seguramente tendrá sentido todo aquello que nos cuesta trabajo. Sin duda alguna, el fin último de toda nuestra vida es dar gloria a Dios. Todo lo que hacemos, lo grande y lo pequeño, lo agradable y desagradable, lo divertido y lo aburrido es para darle gloria al Dios que nos ha creado y nos ha redimido del pecado. No importa si nadie lo ve, lo percibe o lo aprecia. Si sabemos que el fin es darle gloria a Dios, nuestra actitud será de agradecimiento a Dios por todas las cosas buenas que ha hecho en nosotros. De esta manera podremos escuchar alegremente a Dios que quiere derramar su bondad con los demás como el propietario del Evangelio: «Yo quiero darle al último lo mismo que a ti» (Mt 20, 14).

«Dios se comporta así: no mira el tiempo y los resultados, sino la disponibilidad, mira la generosidad con la que nos ponemos a su servicio. Su actuar es más que justo, en el sentido de que va más allá de la justicia y se manifiesta en la Gracia. Todo es Gracia. Nuestra salvación es Gracia. Nuestra santidad es Gracia. Donándonos la Gracia, Él nos da más de lo que merecemos. Y entonces, quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. “Pero yo he trabajado mucho, he hecho mucho en la Iglesia, he ayudado tanto, ¿y me pagan lo mismo que a este que ha llegado el último?”. Recordemos quién fue el primer santo canonizado en la Iglesia: el Buen Ladrón. “Robó” el Cielo en el último momento de su vida. Esto es Gracia, así es Dios, también con todos nosotros. El que piensa en sus propios méritos, fracasa; quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último —como el Buen Ladrón— a primero.»

(Angelus de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2020).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En este día haré todo para la gloria de Dios. Sin duda, Él se complace en sus hijos que hacen todo por amor a Él.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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