redención

Martes 14 de septiembre de 2021 – La cruz es el yugo llevadero

H. Álvaro García, LC

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, mi buen amigo. Gracias por compartir mis dolores y comprender lo más profundo de mi corazón. Te quiero. Y te pido que renueves mi corazón para amarte más, creer más y confiar más. Quédate conmigo en este momento y durante el resto del día.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: “Joven, yo te lo mando: Levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Que Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo». ¿De qué me glorío yo? ¿De mis fotos? ¿De mis viajes y amigos? ¿De mis calificaciones o de que todo me va bien? Hoy es un día para llevar al altar todas nuestras pequeñas cruces y honrarlas como camino de santificación. Porque Dios mismo nos las ha concedido para vivirlas junto con la Pasión de su Hijo amadísimo.

La cruz da miedo y espanta, es escándalo para los gentiles. Pero nosotros los cristianos encontramos en ella al Salvador. La cruz aceptada y amada es el yugo llevadero y la carga ligera de la que habla el Manso y Humilde de Corazón en el Evangelio. ¿Será que Dios no me ama si encuentro dificultades? A veces lo pensamos así, buscamos una vida fácil, lisa y sin problemas. Pero Jesús nos enseña el verdadero camino. No se trata de una vida fácil, no. Se trata de caminar siguiendo al Manso y Humilde, que carga la cruz con tanto amor sin dudar un instante del amor de su Padre.

Pongamos en las manos del Señor todos nuestros pesares. Acerquémonos a su rostro santo para compartir su aire de paz y mansedumbre. Que nos envíe su Espíritu para agradecer y venerar lo que no entendemos, el gran misterio de la Cruz.

«Jesús levantado: en la cruz. Moisés hace una serpiente y la levanta. Jesús será levantado, como la serpiente, para dar la salvación. Pero el núcleo de la profecía es precisamente que Jesús se hizo pecado por nosotros. No ha pecado: se ha hecho pecado. Como dice San Pedro en su carta: “Llevó nuestros pecados en su propio cuerpo” (cf. 1Pe 2,24). Y cuando miramos el crucifijo, pensamos en el Señor que sufre: todo eso es verdad. Pero nos detenemos antes de llegar al centro de esa verdad: en este momento, Tú pareces el mayor pecador, Tú te has hecho pecado. Ha tomado sobre sí todos nuestros pecados, se ha aniquilado a sí mismo hasta ahora. La cruz, es verdad, es un tormento, está la venganza de los doctores de la Ley, de los que no querían a Jesús: todo esto es verdad. Pero la verdad que viene de Dios es que Él vino al mundo para tomar nuestros pecados sobre sí mismo hasta el punto de hacerse pecado. Todo pecado. Nuestros pecados están ahí. Debemos acostumbrarnos a mirar el crucifijo bajo esta luz, que es la más verdadera, la luz de la redención. En Jesús hecho pecado vemos la derrota total de Cristo. No finge morir, no finge sufrir, solo, abandonado… “Padre, ¿por qué me has abandonado?” (cf. Mt 27,46; Mc 15,34). Una serpiente: yo soy levantado como una serpiente, como aquel que es todo pecado». (Homilía de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2020).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Agradeceré, aunque me cueste y no lo comprenda, alguna cruz que me haya dado el Señor.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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