Viernes 24 de diciembre de 2021 – «¡Ven, Salvador!»
Juan Pablo García Hincapié, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor esperamos anhelosos tu venida. No tardes más. Permíteme durante esta oración entrar de manera total a tu Corazón que se hizo carne por amor a mí. Tú que comprendes mis angustias, deseos y debilidades, dame la gracia de realmente poder participar con un corazón dispuesto a alabarte en esta Navidad. Te doy gracias por venir a ser mi Salvador.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Las palabras de Zacarías en el Evangelio de hoy siempre nos llenan de esperanza porque nos hacen recordar que el Mesías ya está cerca. Estamos ya a horas de celebrar la Nochebuena y la más bella expresión que podemos hacer es alabar, bendecir y glorificar a Dios por los grandes dones y beneficios al darnos al Salvador, el Mesías, el Señor. El anhelo más grande del pueblo judío era la espera del Mesías. Durante este Adviento nos hemos preparado sin duda para este momento, para acoger al Señor, y la mayor expresión de nuestro amor por Él es realmente responder con acción de gracias por cada una de las bendiciones que nos da. Zacarias diciendo “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo” nos recuerda que nuestro Salvador se hace carne para redimirnos por el gran amor que tiene por cada uno. Acojamos pues, a Jesús en la morada que le hemos preparado para poder recibirlo con alabanza, honor y gloria en esta Navidad. Cristo se hace carne para recordarnos que Él es la fuente de toda salvación y por esto alabemos su amor misericordioso que se hace niño en el pesebre de nuestro corazón.
«Quien tiene un niño pequeño sabe cuánto amor y paciencia se necesitan. Es necesario alimentarlo, atenderlo, limpiarlo, cuidar su fragilidad y sus necesidades, que con frecuencia son difíciles de comprender. Un niño nos hace sentir amados, pero también nos enseña a amar. Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás. Su llanto tierno nos hace comprender lo inútiles que son nuestros muchos caprichos, y de esos tenemos tantos. Su amor indefenso, que nos desarma, nos recuerda que el tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren. Dios viene a habitar entre nosotros, pobre y necesitado, para decirnos que sirviendo a los pobres lo amaremos». (S.S. Francisco, Homilía del 24 de diciembre de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Gracias Señor por venir a mí y ser mi Salvador. Dame la gracia de alabarte cada día por cada uno de los beneficios y dones que me das en mi corazón para que te pueda acoger totalmente. Te alabo porque eres mi Dios y Salvador. Ven y no tardes más.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Voy a hacer un acto de caridad a alguien necesitado de mi ayuda.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.