Sábado 18 de junio de 2022 – «Sólo en Dios se aquieta mi alma»

Luis Alejandro Huesca Cantú, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, espero en ti, pero ayúdame a esperar sin desconfianza. Señor Jesús, confío en ti, aquieta mi alma y recuéstame entre tus brazos.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso al segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan, y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo, buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La primavera está por terminar, el verano está llegando y en este tiempo Dios nos regala la oportunidad de ver los coloridos paisajes narrados en el Evangelio. Las abejas están buscando las flores para poder producir su miel y los árboles ya tienen nuevas hojas de un verde brillante. ¡Con cuántos detalles Dios ha revestido de belleza a su creación! ¿Acaso Dios no velará aún más por nosotros que somos sus hijos amados?

Muchas veces queremos controlarlo todo, queremos tener en nuestras manos el timón del barco, pero nos damos cuenta que somos limitados. La pandemia nos ha recordado esto. Es ahora tiempo de arrojarmos a los brazos amorosos de Dios Padre, es ahí, en esos brazos, donde está nuestra seguridad y podemos esperar seguros.

La Providencia Divina es la que lleva el timón del barco, nos conduce hacia fuentes tranquilas, la vara y el cayado del Señor nos sosiegan. Así también ha hecho la Madre de Dios con su “hijito” San Juan Diego y lo sigue susurrando a ti y a mí amorosamente: «Que no se altere tu rostro, tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos?».

«Un corazón ocupado por el afán de poseer es un corazón lleno de este anhelo de poseer, pero vacío de Dios. Por ello Jesús advirtió en más de una ocasión a los ricos, porque es grande su riesgo de poner su propia seguridad en los bienes de este mundo, y la seguridad, la seguridad definitiva, está en Dios. En un corazón poseído por las riquezas, no hay mucho sitio para la fe: todo está ocupado por las riquezas, no hay sitio para la fe. Si, en cambio, se deja a Dios el sitio que le corresponde, es decir, el primero, entonces su amor conduce a compartir también las riquezas, a ponerlas al servicio de proyectos de solidaridad y de desarrollo, como demuestran tantos ejemplos, incluso recientes, en la historia de la Iglesia. Y así la Providencia de Dios pasa a través de nuestro servicio a los demás, nuestro compartir con los demás». (S.S. Francisco, Ángelus del 2 de marzo de 2014).  

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.  

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Admira un paisaje tranquilamente. Toma 5 minutos de tu tiempo para desconectarte de lo que te preocupa. Maravíllate por la belleza del cielo, de las nubes, de las flores y de los árboles. Agradece a Dios y recuerda que Él tiene mayor cuidado por la belleza de tu alma, solo déjalo actuar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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