Martes 28 de junio de 2022 – «Confianza ABSOLUTA»
Anderson Dugarte, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Buenos días, Señor. Te doy gracias infinitas por regalarme un nuevo amanecer, por darme tanto amor, por permitirme amarte y servirte, por darme la gran gracia de entrar en contacto contigo en la oración. Pongo este día en tus manos. Y te entrgo todo lo que soy y lo que tengo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!». Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús es manso y humilde de corazón, pero cuando es necesario, también sabe motivar e incluso “regañar”. Los discípulos llevaban tiempo viviendo con Él, habían sido testigos de sus milagros y portentos, habían escuchado sus enseñanzas… Y cuando les llega la hora de la prueba, se acobardan, entran en pánico y se desesperan.
Aún no aprenden que mientras estén siguiendo al Señor, Él cuidará de ellos. Aún no se dan cuenta de que no deben temer absolutamente a nada ni a nadie, pues Jesús está de su lado.
Cuántas veces nosotros nos encontramos en la misma situación. Seguimos a Jesús, ponemos todo en sus manos, nos entrgamos a Él, le prometemos fidelidad, le aseguramos que vamos a servir a los demás por AMOR a Él… Y cuando llega el momento de la prueba personal, ese mometo en el que debemos dar un salto en la fe y confianza en Él…, dejamos entrar el pavor, dejamos que la duda entre en nuestro corazón y se interponga entre Jesús y nosotros. En teoría sabemos que Él lo puede todo, pero en la práctica empezamos a cuestionar su poder.
Pidamos al Señor que nos dé la gracia de saber dejar TODO en sus manos, TODO. Que no nos reservemos nada, que, en esos momentos de incertidumbre, de prueba, no nos dejemos amedrentar, sino que nos dejemos caer en sus brazos con ABSOLUTA confianza.
Ojalá aprendamos de los apóstoles. Por un lado, que aprendamos a escuchar a Jesús, a servirle, a ser testigo de sus milagros en nuestra vida y en la vida de los demás. Por otro lado, que aprendamos de aquellas situaciones en las que ellos fueron débiles. Que cuando nos encontremos en situaciones similares recordemos lo que hicieron bien y los imitemos y lo que no hicieron bien nos sirva de escarmiento. Y si caemos o fallamos, que sepamos levantarnos como muchos de ello hicieron tantas veces.
«Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros». (S.S. Francisco, Ángelus del 20 de junio de 2021).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofrezcamos un Padrenuestro, pidiendo al Señor que nos dé la gracia de confiar en Él con todo nuestro ser.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.