Viernes 4 de diciembre – Rezar es ‘molestar’ a Dios para que nos escuche.

Rezar es sentir que Jesús nos dirige la pregunta de los dos ciegos: ¿tú crees que puedo hacer esto?

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre bueno, gracias por la encarnación de tu Hijo que nos da la posibilidad de creer, esperar y amar con intensidad. Es muy triste vivir como ciego en el campo espiritual, con una fe débil, exigiendo pruebas o respuestas según mi conveniencia, cuando siempre, absolutamente siempre, debo tener esperanza y confianza en tu inmensa misericordia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: «¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David, compadécete de nosotros!»

Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos  y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacerlo?» Ellos le contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: «Que nadie lo sepa». Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Palabra del Señor.

 Reflexiona lo que Dios te dice en el Evangelio (te sugerimos leer esto que dijo el Papa)

«Los ciegos del Evangelio se sienten seguros al pedir salud al Señor. La oración tiene estas dos actitudes: es de necesidad y es segura. Oración de necesidad siempre: la oración, cuando pedimos algo, es de necesidad: ‘tengo esta necesidad, escúchame, Señor’. Pero también, cuando es verdadera, es segura: ‘¡Escúchame! Creo que tú puedes hacerlo porque tú lo has prometido.

Él lo ha prometido: eh aquí la piedra angular sobre la que se apoya la certeza de una oración. Con esta seguridad nosotros decimos al Señor nuestras necesidades, pero seguros de que Él pueda hacerlo. Rezar es sentir que Jesús nos dirige la pregunta de los dos ciegos: ¿tú crees que puedo hacer esto?

Él puede hacerlo. Cuando lo hará, como lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decir la verdad al Señor. ‘Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor…’, pero siempre la verdad, como es la cosa. Y Él siente la necesidad, pero siente que nosotros pedimos su intervención con seguridad. Pensamos si nuestra oración es de necesidad y es segura: de necesidad porque nos decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 20134, en Santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama. 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a rezar el vía crucis, para ver, con el corazón, el precio que tuvo que pagar Jesús para salvarme.

 

«Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón, y recobramos la vista perdida»

(San Gregorio Magno, en Catena Aurea, vol. VI)

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