“Que todos sepan que tienen un lugar en el corazón de Dios, un hogar en la Iglesia y unos hermanos en los cristianos»

María Gálligo estudia el grado en Educación Primaria en la Universidad Francisco de Vitoria, pero sobre todo es una misionera incansable. Esta va a ser su novena Semana Santa que vive con Juventud Misionera. María ha estado en el Valle de Mena, en Guadalajara, en Murcia e, incluso, en Florencia, cuando fue colaboradora del Regnum Christi.

Nos cuenta feliz que “el año pasado, decidí invitar a Misiones de Semana Santa a mis amigas del cole. Terminaron con tanta sed de Dios, que este año he formado con ellas otro equipo del que soy responsable”. A continuación puedes leer la entrevista que ha concedido a Lo+RC.

María, vas a volver de misiones esta Semana Santa, ¿qué significa para ti ser “Misionero de la misericordia” como dice el lema de este año?

Para mí significa llevar el amor incondicional de Dios a cada rincón, a cada corazón (el corazón roto, alejado, rencoroso, dolido, cansado…). Que nadie se lo pierda, que todos se enteren de que tienen un lugar en el corazón de Dios, un hogar en la Iglesia y unos hermanos en los cristianos.

Me llama a acoger. Teniendo la certeza de que yo soy la primera que necesita de Su misericordia, como misionera, me llama a acoger como lo hace el Padre con el hijo pródigo, como lo hace el Pastor con la oveja descarriada y como lo hace Cristo en la cruz con toda la humanidad. Esos días somos claros instrumentos de Su misericordia.

¿Por qué repites un año más? ¿De verdad vale la pena pasar la Semana Santa de misiones?

Al principio iba porque era “lo que mi familia hacía” en Semana Santa, pero ahora no cambiaría la semana en Murcia de misiones por un viaje al Caribe ni de broma.

Por dos motivos: el primero porque he descubierto en la Semana Santa el momento del año más importante de mi vida cristiana y ya no podría pasarlo de otra forma que no fuera estando al lado del Señor y sirviendo al Señor (sirviendo a los demás). Me ayuda vivirla de este modo.

María Gálligo 12

María Gálligo

Y el segundo, aunque egoísta, porque lo necesito. Es sin duda la mejor semana del año para mí, donde recargo pilas hasta la próxima Semana Santa. Allí se vive la autenticidad en su más pura esencia. Cada uno saca lo mejor de sí, pues cuando nos damos a los demás experimentamos lo que es la felicidad de verdad. Allí uno se olvida de sus cosas materiales y vive lo realmente esencial, se da cuenta de lo verdaderamente importante. Vuelves con ganas de cambiar tú mismo y con ello, hacer la realidad que te rodea un poco mejor.

En misiones he conocido a mis mejores amigos, amigos para toda la vida.

Las misiones consisten en apoyar a la Iglesia diocesana, ¿qué aporta Juventud Misionera a las parroquias?

Juventud Misionera claramente aporta el aire fresco de una juventud alegre que aún cree en un mundo mejor y que quiere amar a Dios en todo lo que hace. Los misioneros llenan de esperanza a cada persona con la que se encuentran. Son una clara muestra de la felicidad de optar por Dios de forma libre.

Ofrecemos al párroco plena disponibilidad. Tanto a nivel práctico (ayudamos en las ceremonias, organizamos actividades, adoraciones, vía crucis, invitamos a las personas a participar…), como a nivel espiritual (misionamos por las calles y las casas, llevamos sacerdotes legionarios y consagradas, llevamos la comunión a los enfermos, comemos con las familias…).

¿Nos puedes contar alguna experiencia que hayas vivido?

Mis mejores experiencias han sido en el Solnight que organizamos en la parroquia de Murcia. Por allí pasa muchísima gente el Jueves Santo por la noche, y en cierta ocasión nosotros paramos a un grupo de chicos de nuestra edad. Estuve hablando con uno de ellos de todo, de la vida y, sobre todo, le escuché. No parecía haberle convencido de entrar unos minutos en la adoración así que nos despedimos. Un rato después le vi dentro confesándose.

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