Jueves 5 de mayo – La vida es triste si olvidamos a Cristo
H. Balam Loza LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, amigo mío, aquí estoy. A veces no te siento, a veces me parece que te has marchado. Pero me doy cuenta que cuanto menos te siento más cercano estás. Cuando siento que desfallezco Tú me llevas en tus brazos, me cuidas con tu mirada, me abrazas fuertemente y me amas.
Cuando el pecado oscurece mi alma y creo que no soy digno de tu amor, me doy cuenta que me sigues amando. Me doy cuenta que miras con esperanza el camino por el que me fui, esperando mi regreso. Y apenas me vislumbras a lo lejos sales corriendo a mi encuentro. Calzas mis pies llagados, cubres mi cuerpo desnudo, peinas mi cabeza y lavas mi cara.
Hoy quiero volver a la casa del Padre, quiero reconocer mi pecado y quiero dejarme amar. Quiero dejarme abrazar, quiero volver a ser hijo. Quiero amar dejándome amar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: “¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?” Y se decían: “¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir”.
Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: “Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Tus palabras, Señor, me parecen difíciles. ¿Qué me quieres decir? Me pasa lo mismo que a tus discípulos. No entiendo nada. Puedo decir con ellos “no sabemos lo que quiere decir’’. Sí Jesús, no sé. Y esto me hace pensar en mi pobreza. Yo que delante de los hombres soy un hombre culto, me quedo con los ojos cuadrados ante las breves palabras de un sencillo carpintero de Nazaret. ¡Qué paradoja! Los hombres sabios no comprenden las palabras más sencillas. Los hombres sabios van buscando la verdad a lo largo y ancho del mundo. Sin embargo no van a la Verdad, que eres Tú. Nos parece tan ridículo que en ese pedazo de pan haya una profundidad más grande que la que se puede encontrar en todo el universo. Nos burlamos de la gente sencilla que recorre kilómetros para escuchar una misa. No queremos dedicar media hora para escucharte. Y, por el contrario, gastamos nuestra vida en investigar el átomo. Gastamos nuestra existencia en ganar unas pocas monedas y nos olvidamos de lo que realmente importa.
Señor, qué triste es la vida si uno se olvida de Ti. Puedo tener lo que quiera. Voy de aquí para allá. Viajo por todo el mundo. Hago numerosas investigaciones y doy innumerables conferencias. La gente me aprecia mucho. Soy famoso. Pero si me faltas Tú, me volvería loco. Si te marchas mi corazón quedará triste. Es verdad que muchas veces me alejo de Ti. Pero Tú estás conmigo y eso es lo que me da la fuerza. Tu presencia me anima. Es verdad que a veces soy un soberbio de mucho cuidado, creo que entiendo todo… Tú conoces mi pobreza, mi debilidad. No me rechaces. Si Tú estás conmigo mi corazón salta de alegría.
«Tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados ―cada de nosotros los conoce―, para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida.»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de marzo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Te ofrezco en este día escuchar a los demás y estar en una actitud de humildad. Quiero aprender de los demás. No me sentiré superior a nadie; reconoceré mi ignorancia y no presumiré de mis conocimientos sino que valoraré mucho más los de los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.