recompensa

Miércoles 15 de junio – No hay realización mayor que la de aquél que «no» se realiza.

H. Iván Yoed González LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

En tu presencia deseo colocarme Señor. Sé que siempre me encuentro bajo tu mirada de amor; pero también constato que muchas veces me he apartado de tu rostro. Con deseo renovado por tu gracia hoy quiero abrirte nuevamente las puertas de mi alma. Regálame tus palabras, compárteme tu paz, pongo en tus manos mi corazón. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres, para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¿Cuál es mi mayor gloria, Dios mío? Que coloques en mi corazón el deseo de glorificarte. Tantos buenos propósitos alcanzarían mayor sentido si estuvieran orientados solamente hacia Ti. Tú eres el centro de mi vida, eres el móvil verdadero de mi corazón. Si por ventura mi camino ha tomado ahora otra dirección, te pido por tu gracia que lo re orientes nuevamente.

Que mi trabajo, mi apostolado, mis responsabilidades, y que incluso mis proyectos e ilusiones tengan sólo miras de alabarte y transmitir tu amor. Tú eres el centro de mi vida, Señor Jesús, y en Ti es en quien solamente puedo amar de verdad.

El mundo de este tiempo propone buscar con celo individual el éxito personal, la realización propia. Pero Tú me enseñaste que no hay realización mayor que la de aquél que «no» se realiza. Aquél que en vez de aparecer con lucidez ante las personas, decide servir con sencillez. Aquél que en lugar de caminar sobre los demás, prefiere caminar a su lado. Aquél que antes que dedicarse a sí mismo, decide dedicarse a amarte a Ti, y en Ti a todos, Señor. Aquél que te escucha a Ti, para que Tú le guíes; Tú le inspires y Tú le des firmeza a sus pasos, le des fruto a sus obras, a su servicio y a su misión.

Y Tú, que estás en lo secreto, me recompensarás con el fruto de tu Reino de amor en mi alma, y en el alma de mis hermanos y hermanas. Así sea.

«Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos decidido en el corazón, y no lo contrario. Con actitudes exteriores, si el corazón no cambia, no somos verdaderos cristianos. La frontera entre el bien y el mal no pasa afuera de nosotros, sino más bien dentro de nosotros, de nuestra conciencia.

Podemos preguntarnos: ¿dónde está mi corazón? Jesús decía: tu tesoro está donde está tú corazón. ¿Cuál es mi tesoro? ¿Es Jesús y su doctrina? ¿El corazón es bueno o el tesoro es otra cosa? Por lo tanto es el corazón el que tiene que ser purificado y convertirse. Sin un corazón purificado, no se puede tener nunca las manos verdaderamente limpias y los labios que pronuncien palabras sinceras de amor, de misericordia y de perdón.»

(S.S. Francisco, Ángelus del 30 de agosto de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy invitaré a una persona a realizar conmigo una oración espontánea: sin ninguna prisa, con sencillez, para que sea un verdadero diálogo con Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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