De la abundancia del corazón habla la boca (Lc 6,39-45)

Evangelio: Lc 6,39-45
Les hizo también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano. No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Fruto: Produnfizar en la grandeza de la pureza de corazón.

Pautas para la reflexión:
Nuestro Señor nos invita a ejercitar el corazón, nuestros pensamientos y nuestras palabras, y las acciones también. Es el ejercicio de la bondad. Vencer el mal con el bien. Llenar nuestro corazón y nuestros pensamientos con bondad para ir por la vida viviendo esa bondad. Todo un reto para la Cuaresma.

1. Un ciego no puede guiar a otro ciego
La ceguera del corazón es producida por el pecado y por la dureza de nuestros juicios hacia los demás. Con Cristo, la ceguera se puede superar. Él puede hacer el milagro de volver la vista al ciego. Cristo puede hacer el milagro de acabar con la ceguera de nuestro corazón ocasionado por el rencor, la desesperación, las envidias, así como de nuestros pensamientos negativos que incluso nos hacen tomar decisiones a base de presunciones erróneas y llevarnos a malas acciones de las cuales luego nos estamos arrepintiendo. Cuando hay ceguera de corazón se suelen tomar malas decisiones. ¡Cristo, devuélvenos la vista! ¡Cristo, no permitas que la ceguera venza en mi alma!

2. Cada árbol se conoce por sus frutos
Nuestras acciones son el resultado de nuestras decisiones. Como seres libres decidimos lo que queremos hacer y lo hacemos o no lo hacemos. ¡Qué hermoso sería si se nos conociera por nuestros frutos de bondad, resultado de nuestras buenas decisiones en la vida! A nivel familiar, en la convivencia diaria, ¡cuántas oportunidades de ejercitarnos en la bondad! Incluso cuando tengamos que expresar algún desacuerdo, ¡qué diferencia hay cuando se hace con bondad y no con enojo! Lo mismo en el trabajo o en la escuela. Esta Cuaresma que vamos a empezar es una oportunidad única para ejercitarnos en la bondad.

3. De la abundancia del corazón habla la boca
¿Cuáles son nuestros pensamientos y sentimientos en general? ¿Pensamos buscando el bien de los demás y el bien personal que viene de Dios? ¿Tenemos sentimientos positivos hacia los demás y hacia uno mismo así como Dios quiere? ¿Qué podemos cambiar y qué podemos potenciar? El ejercicio cotidiano está en los detalles ordinarios que se nos presentan a cada momento. ¡No los desaprovechemos!

Propósito: Buscar durante la Cuaresma tener pensamiento de bondad hacia los demás.

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