Cardenal Omella: «La espiritualidad, la columna vertebral del gran apóstol que es Cristo, son las parábolas del Reino»
El arzobispo metropolitano de Barcelona, Cardenal Omella, acompañó recientemente al Regnum Christi de Barcelona en la presentación del informe anual, mantuvo después una tertulia-entrevista con los asistentes y compartió una comida fraterna.
Es la primera vez que se organiza este evento, coordinado por el P. Mark Thelen, LC., y su Comité Local, que contribuye a impulsar a la familia Regnum Christi de Barcelona para llegar a la comunidad evangelizadora unida y comprometida que quiere ser.
El arzobispo metropolitano, durante la homilía, les invitó a aprender del «gran evangelizador» que es Cristo, cuya columna vertebral -dijo- son las parábolas del Reino. «Qué seáis evangelizadores en medio del mundo, realistas, con esperanza y unidos a Jesucristo y a su palabra, porque entonces será la hora de Dios y no la nuestra».
La Jornada se desarrolló bajo el lema “Comparte el Regnum Christi que hay en ti». Comenzó con la misa, a las 11:00 hrs., en la Capilla del Reial Monestir de Santa Isabel. Entre los participantes estuvieron el párroco de Sant Vicenç de Sarrià, Mn. Salvador Bacardit, el director Territorial del Regnum Christi y la Legión de Cristo, el P. Carlos Zancajo, LC, y la directora Territorial de las consagradas del Regnum Christi, Lourdes Santos.
«Queréis impulsaros con la palabra de Dios»
En su homilía, en Cardenal recordó a los miembros del Regnum Christi cuál era la razón que les reunía ese día: «Que queréis impulsaros con la palabra de Dios, y con la palabra del Señor queréis evangelizar el mundo«, dijo. Insistió en que ser cristiano es «ser testigos del amor de Dios, ser lámpara que ilumina y sal de la tierra que da sabor y que guarda las cosas buenas». Siempre afable y cercano, el Cardenal acompañaba sus ideas con anécdotas sencillas y palabras llanas, incluso divertidas: «Como antes no había neveras, la carne, el pescado, el jamón… se conservaban con mucha sal. Y así se guardaba la esencia… y así iluminamos el camino».
«En la dificultad, Jesús tiene una mirada positiva»
Omella hizo referencia a las dificultades para la evangelización en cualquier ámbito: en las familias, en el aula, entre los amigos… y aseguró que, viendo la historia de la Iglesia, siempre han sido complicados y difíciles los tiempos de evangelización: «Jesús no lo tuvo más fácil que nosotros evangelizando. ¿Y qué hizo Jesús ante esa dificultad? (…) Tenemos aprender. Jesús tiene una mirada positiva», y explicó cómo Jesús ve que la semilla que da fruto en el corazón de los pequeños y humildes».
Con tono lleno de simpatía, recordó a San Francisco de Asís y cómo el santo aprendió de Jesús dónde está la verdadera alegría del evangelizador: «Nosotros queremos grandes masas, y pensamos: A ver si se convierten todos», dijo el Cardenal. «Pues no. Ahí no está la perfecta alegría. Eso me recuerda a mí, para que lo leáis en casa, lo que decía san Francisco de Asis: “¿en qué consiste la verdadera alegría? ¿En que todos se conviertan a la fe cristiana? No. Ahí no está la perfecta alegría. ¿En que todos los obispos del mundo se hagan franciscanos, como nosotros? -¡Que todos vengan al Regnum Christi!- Pues no, ahí no está la perfecta alegría», dijo el Cardenal, que explicó cómo San Francisco De Asís aprende de Jesús que la perfecta alegría está en vivir con alegría la dificultad y ofrecerla por amor.
«La columna vertebral del gran apóstol que es Jesús está en las Parábolas del Reino»
Aprender «del Gran evangelizador» que es Jesús nos lleva a preguntarnos cuál es la columna que lo sostiene, dijo Omella: «¿Y cuál es la espiritualidad, cuál es la columna vertebral que sostiene la vida de ese gran apóstol que es Cristo, que es el hijo de Dios, y que nos enseña cuál tiene que ser nuestra columna vertebral? Pues las parábolas del Reinoque acaban de leer: la del sembrador, el granito de mostaza, la semilla que crece con la cizaña, y al final esa red que recoge peces de una clase y de otra, y el tesoro escondido.
El Card. Omella apuntó algunos elementos del corazón de las parábolas:
- Realismo. «En el fondo, para ser evangelizadores en el espíritu, la columna vertebral que nos tiene que sostener es el realismo», dijo, «no todos me escucharán y no todos se convertirán. Pero yo no pierdo la paz».
- Esperanza. «Esa vida tan profunda de saber que esta semilla muy pequeñita y que va creciendo poco a poco en el corazón de la gente y que en su día da fruto. Casi siempre sin enterarse el sembrador, el apóstol. Tú siembra que algo queda. Ya dará su fruto. Como el bambú japonés. (…) En Japón siembran el bambú y riegan. Y van regando. Y pasa un año, y otro año… y no se mueve nada. Cualquiera que pase diría esta gente está loca. Echan agua y no sale nada. Al sexto año, seis años, aparece, y en un año sube hasta 20 metros de altura. Hasta seis años (…). Por eso, sed testigos evangelizadores de esperanza. Esto que sembramos dará su fruto».
- Estar unido a Jesucristo y a su Palabra. «La obra es de Dios, hermanos, no nuestra. Si un evangelizador no está unido a Cristo y a su Palabra, a esa Palabra Viva que está en la Iglesia, no sirve para nada. Pero si estás unido a Cristo y no sabes decir cosas, y las haces mal, no te preocupes: esa tontada que tú has dicho, esa palabra mal dicha… tú estás unido a Él y es Jesús el que toca el corazón del hombre».
La hora de Dios y no la nuestra
Para concluir, el arzobispo remató la homilía con una síntesis final expresada como deseo: «Qué seáis evangelizadores en medio del mundo, realistas, con esperanza y unidos a Jesucristo y a su palabra, porque entonces será la hora de Dios y no la nuestra».
Puedes descargar aquí la homilía completa, y escucharla en este enlace.
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