“Para mí ser colaboradora es adentrarme en nuevas aventuras de la mano de Dios”

Un verano adolescente Camila, colaboradora del ECYD en Barcelona

Ser colaboradora o colaborador del ECYD es dedicar un verano a trabajar apostólicamente en las necesidades que el movimiento y la Iglesia puedan tener.

Se trata de una experiencia única y casi irrepetible para adolescentes de 15 y 16 años.

Actualmente hay en España ocho chicos y cinco chicas que proceden de México, Estados Unidos, Colombia, El Salvador y Venezuela.

Su misión, apoyar en un intenso programa apostólico: campamentos del ECYD, en el Cotolengo del P. Alegre, en la Fundación Finestrelles…

Y como colofón, participar y apoyar en todo lo posible el programa que ha organizado el ECYD durante la Jornada Mundial de la Juventud de Polonia.

LomásRC pudo platicar con algunos de estos colaboradores y nos han compartido su experiencia, como Camila Torruella, de El Salvador, que nos explica que “ser colaboradora del ECYD había sido una ilusión para mí desde muy pequeña, me cautivaba salir de mi zona de confort para adentrarme en nuevas aventuras de la mano de Dios. Por eso decidí entregarle mi verano a Él”.colaboradora 2

El despertar de los corazones

Maida Ureta es la consagrada responsable de las cinco chicas que están en Barcelona.

Para ella, las colaboradoras del ECYD “son un tesoro que tenemos en el Regnum Christi. Ya que ofrecer desde la adolescencia una experiencia tan completa de entrega, misión, amistad, internacionalidad… es un verdadero don”.

Es más, “en este tiempo, se suele despertar en sus corazones una dinámica de generosidad que muchas veces marca la vida de estas chicas en una dimensión muy profunda. El experimentar la alegría de poder conocer más de cerca al Señor y de poder ser sus apóstoles, les hace pararse frente a la vida de una forma nueva».

Además, para Maida y el resto de consagradas, se trata de una oportunidad para acompañar a estas chicas en “esta experiencia inicial, pero verdadera escuela de oración, de misión y de comunidad”.

“Dejar huella en las personas que conozca”

A eso se refiere Alfredo Rosado cuando explica por qué repitió su verano de colaborador: “Dada la buena experiencia del año pasado, decidí dar de nuevo a Dios este verano, ya que a pesar del cansancio propio de un campamento, Dios siempre te devuelve con creces lo que haces por los demás. Buenísima experiencia que Dios te regala para crecer en donación y entrega durante toda tu vida”.

Él se encuentra en el campamento del ECYD en Ontaneda.

Por su parte, Andrea Arenas señala que “he decidido ser colaboradora porque siento que Jesús me ha llamado a cumplir una misión, porque es una manera de agradecer así, aunque sea con un pequeño granito de arena, todo lo que Él ha hecho por mí y me ha dado –explica esta adolescente de Venezuela. No hay mejor manera de dar gracias que devolviendo todo eso bueno que Él me da dado para hacerlo feliz”.

Y continúa: “Espero poder dejar una huella en las personas que conozca y, en cada lugar al que vaya, poder trasmitir algo que nunca antes han tenido”.colaboradora 3

Desde Colombia ha venido Sara Giraldo y ella explica que desde hace tiempo había querido tener esta experiencia. Principalmente, “desde que mi hermana fue colaboradora del ECYD en Roma y le encanto”.

Sara tuvo después una experiencia en misiones “y me gustó todavía más el Regnum Christi y la idea de ayudar a los demás”. Entonces “decidí que quería conocer más a Cristo y servirle de instrumento para llegar a los demás, por eso decidí dar mi verano”, concluye.

Padres en “shock”, pero felices

Las colaboradoras tienen 15 ó 16 años, y dedicar este verano es toda una experiencia de generosidad que, por lo que hemos podido escuchar, los padres apoyan.

Sarah Stafford, de Estados Unidos, nos cuenta que sus padres se “emocionaron muchísimo y me apoyaron totalmente para dar este verano”.

Algo parecido pero con un inicio diferente experimento Mariana Paparoni, de Venezuela: “Mis padres al principio se quedaron en shock porque no esperaban que tomará esta decisión, pero me apoyaron siempre y me dijeron que si de verdad lo quería, lo hiciera”.

Y para que efectivamente fuera un hecho, los dos responsables de los colaboradores, tanto Maida Ureta como el H. Andrés López de la Torre, LC, han preparado dos cursillos de formación para que estos chicos y chicas tuvieran la mejor experiencia posible.

Maida, para concluir, nos transmite un deseo: “Quisiera que al terminar el programa, ellas puedan regresar a sus países conociendo más cerca del Señor, habiendo podido gozar de haber sido apóstoles de su amor en su misión y sintiéndose más parte de esta familia que es el Regnum Christi y la Iglesia”.

En fin, toda una experiencia de generosidad y apostolado durante un mes y medio de verano.

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