«Compartir tu verano y acercarte más a Dios en el servicio a los demás» — Colaboradores ECYD

«Compartir tu verano y acercarte más a Dios en el servicio a los demás» — Colaboradores ECYD

El H. Nicolás Brown, LC recientemente platicó un poco sobre su experiencia apostólica a la oficina de comunicación. Él fue Laico Consagrado del Regnum Christi durante doce años, director del ECYD y de la Sección de jóvenes, es egresado del Colegio Cumbres de Santiago de Chile y fue también colaborador ECYD. Actualmente trabaja en el área de Vida y Misión del Regnum Christi en la sede de la Dirección General. Y acaba de terminar su primer año de filosofía.

Muchas gracias por estar aquí con nosotros y darnos este espacio para contarnos su experiencia.

Gracias a usted, hermano, por la invitación y feliz de estar en este momento de compartir.

¿Qué es ser colaborador ECYD? ¿Qué le aporta a un adolescente en su vida?

Colaborador ECYD es un programa que empezó hace varios años. Imagínese que yo fui colaborador en el año 2003 y ya había colaboradores antes, empezó como en el año 1999 en México. Ser colaborador ECYD un acto de generosidad que un miembro del ECYD pueda hacer, es dar su verano. En general un adolescente a esa edad quiere vivir su verano, quiere ir a la playa, ir a descansar. Aquí se va un mes y medio a otro país a colaborar en el ECYD, va en la mañana a los colegios, comparte, acompaña a los sacerdotes, a los consagrados -cuando son niñas a las consagradas- en su labor de acompañar adolescentes.

En general es una experiencia de entrega, de compartir tu verano y de acercarte más a Dios.

¿Cuál es el perfil de un colaborador del ECYD? ¿A quién puedo invitar? ¿Qué cualidades debe tener el chico o la chica a quien quiero invitar?

Esta pregunta que me hace es muy buena e importante, porque ser colaborador no es para cualquiera, porque implica salir de tu casa, eres adolescente. Ser colaborador es una invitación, primero de Jesús que te invita a darle tu verano. No es tener un “checklist” de cosas que debo cumplir, pero sí me debo sentir preparado para irme. Y ese preparado para irme, lo dividiría en seis aspectos que me ayudan a ver el perfil.

Lo primero que el director del ECYD debe pensar, a la hora de saber a quién voy a invitar, es si ese chico o chica tiene un deseo de amar y servir a Cristo y a los demás. Preguntarme si ha tenido una experiencia significativa de Jesús en su vida, si cuando habla de Jesús habla como de un verdadero amigo, si ha manifestado un gran deseo de servir a los demás con sus acciones, en el fondo si es apóstol. Si este joven manifiesta esto, obviamente que, a su edad, en su adolescencia, con la inmadurez propia de su edad, si manifiesta esto es que tiene una parte que está preparada para ir.

También tiene que ser un chico, una chica que tiene conocimientos básicos de la vivencia de su fe cristiana. Va a ir un mes y medio a ser un apóstol de Cristo en otro país, no puede ser alguien que no va a misa los domingos, que no vive una vida de sacramentos, que no es testimonio en su fe; está en la lucha por mantenerse unido a Jesús, pero tiene que haber una vivencia básica de la fe cristiana. Preguntarme si este chico o chica, a quien yo quiero invitar, frecuenta los sacramentos, si tiene interés por la vida de oración, si tiene esto, está preparada para ir.

Una tercera cosa sería su identificación activa y efectiva con el ECYD. Es en el fondo si ve el ECYD como un “lugar donde va” o como un “estilo de vida cristiana”. Si lo ve como el ambiente en el que me he encontrado con Jesús, un estilo de vida. Cuando le escucho a este chico o a esta chica hablar del ECYD, debo ver si encuentro elementos identitarios, como pueden ser: el saber qué es la alianza con Cristo, una alianza entre sí, un querer transformar el mundo para Cristo para el Evangelio; ver cómo ama al ECYD como lugar donde él se encontró, se ha encontrado con Cristo y se sigue encontrando con Jesús y los demás. Es importante, dado que esto ocurre en la tercera y cuarta etapa del ECYD ya cuando tienen 15 y 16 años, y ya hayan decidido hacer su alianza con Cristo; si ustedes ven el Estatuto del ECYD, este es un cambio, la alianza la hace el miembro del ECYD en el momento que se siente preparado para hacerla y no en una etapa o a una cierta edad, entonces, el que ha ya hecho su alianza significa que hay una identificación activa y efectiva con el ECYD.

Una cuarta cosa, que es muy importante, es la actitud de disponibilidad. En el fondo este chico, esta chica, este adolescente debe tener la apertura de ir a donde le manden, estar abierto a donde Jesús le quiera mandar; no debo tener preferencias, «quiero ir a Estados Unidos para aprender inglés», eso es muy bueno, pero le quita disponibilidad. Es importante que el director del ECYD siembre en él motivaciones sobrenaturales en este chicho desde el inicio, desde la invitación, el decirle que es una invitación de Jesús a firmarle un cheque en blanco y darle su verano. Esa disponibilidad es importante.

Hay dos cosas más que se pueden unir. La quinta sería la madurez de acuerdo con su edad. Aquí es preguntarme: si yo envío a este chico o a esta chica, y si yo fuese responsable de la sede estaría dispuesto a recibirle y acompañarle un mes, un mes y medio. Si la respuesta es no, mejor no lo envíes; porque en el fondo no hay una madurez que le permita convivir con otros chicos y dejarse acompañar.

Y lo último es tener una sana psicología y una buena salud física. Son menores de edad, entonces sí hay que ser muy cuidadosos en enviar a alguien que esté pasando por un momento de dificultad.

Yo creo que especialmente esto, este es el perfil del colaborador y en lo que nos tenemos que fijar al pensar a quién invitar a dar su verano.

Ahora, desde su experiencia cuando lo invitaron a ser colaborador ECYD, nos podría compartir algo más concreto: ¿cómo puedo ayudar a este adolescente a estar dispuesto a ir donde Dios lo mande? Porque sí puede ser una tentación fuerte el querer ir a un lugar especialmente para aprender un idioma.

Creo que se da por una conversación muy sincera y, lo que decía antes, sembrar en él un espíritu sobrenatural. Realmente la motivación para irme de colaborador debe ser darle este tiempo de mi vida a Cristo. Cuando esa es la motivación, hay disponibilidad y ya lo que me mueve no es aprender un idioma o conocer un país, esos son elementos secundarios que después pueden ayudar humanamente y motivar. Pero si para la persona su centro es aprender inglés y no ir a darme a los demás y darme a Cristo, es que no está preparado para ser colaborador, pues allá no cumple con el perfil. En el fondo la pregunta es al revés: ¿este chico, esta chica, tienen ese corazón abierto de querer darle su verano a Jesús donde sea? Está preparado. Yo puedo ir haciendo este acompañamiento que es lo que más ayuda a prepararse.

Cuando fui a México, la verdad, yo sabía que era México porque en ese entonces era la única opción, pero no sabía a qué ciudad de México iría. Entonces la disponibilidad en ese tiempo, en el 2003, era que íbamos y no sabíamos dónde nos iba a tocar. A mí me tocó en Guadalajara y la verdad fue una gran experiencia. Conocí una familia que me hospedó y fue una gran experiencia el compartir con esa familia, conocer el colegio, los sacerdotes y consagrados con los que me tocó convivir. Entonces creo que cuando uno va abierto y disponible, Dios te sorprende.

Y nos podrías compartir algo sobre ¿qué le aportó ese verano a su vida?

Me aportó muchísimo en lo humano, en lo espiritual y en la decisión de mi vocación. En lo humano, el estar lejos de la familia un mes completo. No había tenido la experiencia de estar lejos de ellos tanto tiempo. Te hace valerte por ti mismo, tomar tus decisiones, organizar tu dinero, estar preocupado de tus tiempos. Te hace crecer en lo humano, darte cuenta del valor de la familia porque los tienen lejos. Yo creo que el humano crece mucho en lo espiritual también, porque al inicio tenemos un cursillo largo. En ese tiempo llegábamos a dormir al centro estudiantil en Ciudad de México y convivimos con otros chicos que tenían inquietud vocacional y compartimos con ellos, veíamos cómo rezaban; nos enseñaron a rezar, nos enseñaron a ser acólitos. Tuvimos un retiro, experiencias apostólicas. Al final todo te habla de Dios. Una experiencia espiritual fuerte que te hace acercarte más a Él y entregarte auténticamente a los demás.

Después, cuando regresas a tu país, a tu ciudad, quieres compartir eso con el resto. Y aunque en ese momento yo no lo vi tan claro, pero fue clave en mi vocación porque conocí con más profundidad a la Legión de Cristo y el Regnum Christi, la vida consagrada. Entonces vi cómo vivían y eso me entusiasmó muchísimo. Me llamó la atención, aunque en ese momento no sabía qué era eso para mí. Pero ciertamente Dios sabe cómo va acompañándonos en el camino y me fue mostrando lo que quería para mí.

¿Cómo se organiza el programa? ¿Qué implicaciones tiene?

Actualmente el programa de colaboradores está en casi todos los territorios. Hay un responsable territorial, encargado de colaboradores de la rama masculina y uno de la rama femenina en cada territorio. Ellos son los que tienen la relación con la Dirección General para la Coordinación Internacional. Cada director del ECYD ve a qué colaboradores quiere invitar. Nosotros desde la Dirección General reunimos todas las sedes que están disponibles en todos los territorios y mandamos las opciones que hay. Entonces los directores del ECYD comienzan a invitar y después se hace un camino de preparación, durante un año, donde el colaborador, el niño y la niña van preparándose para ese momento. Allí entra la relación del director del ECYD con sus papás para explicarles de qué se trata el programa, para dar detalles más prácticos. Y después se da el destino, ya cuando haya una coordinación entre los encargados territoriales. El director propone dónde pudiese ser, opción uno, opción dos, opción tres y se va viendo de acuerdo con la disponibilidad de los lugares, con qué opción se queda. Los encargados territoriales son los que al final coordinan, definen y después dan los destinos a los colaboradores.

Actualmente, por ejemplo, en la rama masculina tenemos una sede en Atlanta, en Dallas, en Nueva Orleans, en Washington DC, en Ciudad de México, en Cancún, en Caracas, en Medellín. Hay una en Santiago, en París, en la Academia de Dublín que apoyan en el verano y también en Madrid.

Actualmente estas son las sedes de varones que, aunque cada año se van volviendo a definir si es que hay un cambio, se agrega uno.

Las mujeres tienen más sedes, pues las chicas que participan son casi el doble de hombres. Sí, a la mujer le gusta participar más y es muy bueno.

Pero entonces las mujeres tienen, por ejemplo, en Cincinnati, Houston, Atlanta, en Washington DC, Manila, también en Monterrey y en Guadalajara, y en Querétaro, Cancún, también en San Salvador, en Aguascalientes, Baja California, California y en Ciudad de México y en Brasil, por ejemplo, los hombres no tenemos sede, pero las chicas sí tienen en Brasilia y en Curitiba, también en Santiago de Chile y después también aquí en Europa. Hay una en Milán y se estaba armando una en Roma, que ahora con la cuarentena no se terminó de hacer. Pero la idea es poder tener esta. Se tiene una en Madrid y en Barcelona y la que se ha tenido también en Jerusalén que es una experiencia diferente.

¿Se busca que haya varios del mismo país o que sea más internacional?

En general, se trata de que en las sedes haya internacionalidad, que se mezclen no solo de países, sino también de ciudades.

Hoy ocurre que la mayoría todavía son de México. Es un territorio muy grande donde llevamos muchos años, hay muchos colegios y participan muchas personas. Entonces se trata de que en una sede no sean todos de Monterrey, todos de Guadalajara; se trata de que se reparta un poco, pero siempre pueden quedar dos o tres en un lugar. Depende de cada año como se dan las inscripciones. Pero se busca la internacionalidad para el enriquecimiento personal y del grupo.

Muchísimas gracias por darnos este espacio y por enseñarnos un poco de ese programa de los colaboradores, cómo lo podemos aplicar y cómo podemos ayudar a muchos jóvenes y adolescentes.

Me gustaría decir finalmente que creamos una comisión para seguir profundizando en el tema de colaboradores ECYD y estamos trabajando en material que va a ser de ayuda en los territorios. Un documento que nos ayudará a ver si el perfil del colaborador realmente lo estoy cumpliendo con la gente que estoy invitando.

Estamos preparando una guía de entrevista, de una primera entrevista para también hacer partícipe del discernimiento al chico o a la chica, para que ellos también sean responsables de ver si se sienten preparados. Y estamos también caminando, preparando itinerarios de formación, un itinerario de formación para los que se preparan para ser colaboradores. Un itinerario formativo de una sede, o sea, cómo se debe vivir en una sede ese mes completo. Después también cómo acompañar a los que ya fueron colaboradores ECYD.

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