Cristo de la Calle | Paula Carrasco: «Cada persona sin techo tiene una historia y merece ser escuchada»

764 personas duermen en las calles de Madrid sin un techo que les proteja de la lluvia y las bajas temperaturas del invierno. Juventud Misionera en España es consciente de ello y sus jóvenes han decidido no quedarse con los brazos cruzados, “por eso queremos empezar este apostolado llamado Cristo de la Calle en el que recogemos ropa, mantas, almohadas y comida para entregarlo a todo aquel que lo necesite”. Su primera experiencia ha sido el pasado 24 de diciembre en la que un grupo de chicos y chicas, acompañados por el P. Salord, LC, recorrieron el centro de Madrid saliendo al encuentro de los hombres y mujeres que viven en sus calles.

“Más que repartir bienes es poder compartir un poco de nuestro tiempo con los más necesitados”, nos explican. “Cada uno de ellos tiene un nombre y merece ser llamado por él. Cada una de estas personas tiene una historia y merece ser escuchada”. Ahora bien, para que la actividad tenga éxito es necesaria la ayuda de todos, por eso se realizará una vez al mes, y en los colegios del Regnum Christi y en la Universidad Francisco de Vitoria habrá cajas en las que donar alimentos no perecederos y ropa, principalmente de abrigo, para poderles entregar.

Paula Carrasco, estudiante de El Salvador en la Universidad Francisco de Vitoria y alumna del Colegio Mayor, es una de las principales impulsoras de Cristo de la Calle, y ha explicado en una entrevista a Lo+RC en qué consiste esta iniciativa.

El P. Manuel Salord, LC bendiciendo a la gente sin techo.

Paula, ¿cuál es el origen de esta iniciativa?

Cristo de la Calle nació en El Salvador donde hay mucha necesidad apostólica pues gran parte de su población vive en pobreza extrema. Mis amigos del Regnum Christi de El Salvador fueron los que iniciaron y pusieron nombre a este apostolado que poco a poco iba creciendo. Tuve la experiencia de participar en él un par de veces y me di cuenta de que es algo muy sencillo, no toma mucho tiempo y, sin embargo, te llena y cambia algo dentro de ti o en las personas con las que te encuentras. En el poco tiempo que llevo viviendo en España me di cuenta de que aquí también hay gente que vive en las calles y que el apostolado podía implantarse en el país.

Pero, ¿se trata de un proyecto únicamente para Navidad…?

Fue muy especial comenzar el apostolado en la víspera de Navidad pues se celebra el nacimiento de Jesús, además es una época donde se acostumbra a dar regalos y creo que el compartir un poquito de tiempo puede ser uno muy grande. Sin embargo la caridad no se puede quedar ahí, es algo que se debe de practicar día a día, por eso el apostolado continúa y se realizará una vez al mes con todos los jóvenes que quieran participar.

¿En esta primera experiencia cuántos fuisteis y por dónde caminasteis?

Fuimos un grupo de 11 jóvenes e íbamos acompañados del P. Salord, que estaba a disposición de confesar a quien lo desease. Él, además, siempre impartía la bendición e imponía las manos a las personas con las que nos sentábamos a hablar. La actividad comenzó en Almagro para preparar los bocatas que repartimos, y rezamos juntos un rosario antes de salir al centro de Madrid. Dividiéndonos en dos grupos, recorrimos Ópera, Príncipe Pío y, subiendo por la calle Arenal, llegamos a Sol donde finalizó la jornada.

¿Cómo os recibían las personas sin techo cuando os estabais con ellos?

Convivir con personas sin techo puede resultar abrumador en un principio (lo digo por experiencia propia). Sin embargo, cuando entablas conversación con ellos te das cuenta de que son personas como tú y yo. En este primer Cristo de la Calle nos encontramos con gente que, con mucho gusto, aceptó lo que repartimos (un bocata y un refresco) y que luego se animó a decirnos su nombre y charlar un rato. Las suyas no son circunstancias fáciles, además, y nosotros aparecemos ahí, de repente, así que te encuentras con personas pueden no parecerte muy agradables en un primer momento. Pero el punto del apostolado, de la generosidad, es dar sin esperar nada a cambio, y escuchar lo que ellos puedan necesitar, aceptarles.

Repartimos también rosarios a quienes quisieron y fueron muchos los que nos los pidieron. Es increíble cómo te puede dar una lección tan grande de fe. Por ejemplo, un señor que lo había perdido todo nos contó que a pesar de eso sabía que aún tiene a Dios y que sabe que Él jamás lo dejará solo. Pequeñas experiencias como esta pueden causarte un gran impacto.

Fuente: Lo+RC
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