Domingo 13 de febrero de 2022 – «Una promesa»
Andrey Franco, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi Padre y Señor, te doy gracias por una oportunidad más de estar juntos. Dame la gracia de experimentar tu amor y ser bienaventurado. Ayúdame, Señor, a no dejar que me ilusione por las consolaciones de este mundo. Que el camino de las bienaventuranzas me lleve a ti. Te pido, Señor, ¡que Tú seas mi alegría y mi consuelo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La liturgia de hoy nos presenta unos de los discursos más hermosos de Cristo, las bienaventuranzas. Jesús responde y hace una promesa a todo el género humano y declara que Dios todo lo conoce y dará lo que a cada uno cabe.
Hoy Jesús habla al corazón, responde personalmente a nuestra necesidad personal. Al prometer las beatitudes a aquellos que de alguna forma sufren, Él da a conocer su compasión y su deseo de consolar. Jesús nos habla directamente en este Evangelio y renueva la alianza con cada uno de nosotros.
Ahora, que todavía estamos en el inicio del año, miremos hacia atrás y pongamos en el corazón de Cristo nuestros sufrimientos. Veamos con Sus ojos el año que pasó, aquellos momentos que debemos sanar. Jesús quiere curarnos, sanarnos, consolarnos.
Releamos el Evangelio, principalmente la parte de las bienaventuranzas. Leámoslo con calma y pausadamente. Tratemos de recordar algún momento de nuestra vida, o quizá de ahora mismo donde nos sentimos identificados con lo que Jesús nos dice. Dejemos que Cristo nos hable al oído y escuchemos a Jesús que nos dice: dichoso…
«Dios, para entregarse a nosotros, elige a menudo caminos impensables, tal vez los de nuestros límites, los de nuestras lágrimas, los de nuestras derrotas. Es la alegría pascual, de la que hablan nuestros hermanos orientales, la que tiene los estigmas, pero está viva, ha atravesado la muerte y ha experimentado la potencia de Dios. Las bienaventuranzas te llevan a la alegría, siempre; son el camino para alcanzar la alegría. Nos hará bien tomar hoy el Evangelio de Mateo, capítulo cinco, versículos de 1 a 11, y leer las bienaventuranzas ―quizás más de una vez, durante la semana― para entender este camino tan hermoso, tan seguro de la felicidad que el Señor nos propone.». (S.S. Francisco, Audiencia General Miércoles, 29 de enero de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
«Tomar hoy el Evangelio de Mateo, capítulo cinco, versículos de 1 a 11, y leer las bienaventuranzas ―quizás más de una vez, durante la semana― para entender este camino tan hermoso, tan seguro de la felicidad que el Señor nos propone.»
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.