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Domingo 16 de septiembre de 2018 – ¿Quién dices que soy?

H. César Yali Molina Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, permíteme descubrir quién eres realmente en mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta:»¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Algunos dicen que eres Juan Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas».
Entonces  él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le respondió: «Tú eres el Mesías».  Y él les ordenó que no se lo dijeran  a nadie.
Luego se puso a explicarles que  era necesario que El Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte  y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres».
Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará».
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio del día de hoy Jesús te pregunta: «¿quién decís que soy?». Probablemente dirás «el Hijo de Dios» o cualquier otra respuesta, pero Dios quiere que respondas, no de forma impetuosa como hizo Pedro, sino que veas en tu corazón y valores si lo que dices con los labios lo dices con tus acciones.
La vida cristiana no es fácil y el ímpetu por dar respuestas rápidas pueden llevarte a no comprender la magnitud de lo que dices o haces, es por esto que después que Pedro profesa que Jesús es el Hijo de Dios Vivo le increpa diciéndole: «¡Quítate de mí vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». Habiendo subrayado esto, pregúntate, ¿quién es realmente Jesús para mí? ¿Le veo como Dios hecho hombre o como uno más de quien se cuentan historias maravillosas y fantásticas? Para ayudarte a contestar éstas y otras preguntas que puedan surgirte contéstate y recuerda, ¿cómo, (cuándo y dónde) fue la experiencia con Jesús que me cambió la vida?
Si eres casado o tienes una relación sentimental con alguien, recuerda esos momentos que te llevaron a querer entablar una relación, que te llevaron a tener un proyecto común con esa persona; reviviendo esos momentos memorables podrás responder quién es la persona que está a tu lado, afianzarás esos lazos que les unen y renovarás el amor que hay en ti por esa persona especial en tu vida.  De la misma forma, pero ahora con Cristo, recuerda esos momentos en que libremente decidiste seguirle y hacerle parte de tu vida; revive esos momentos y podrás responder quién es para ti y de igual forma afianzaras los lazos familiares y amistosos que les unen.
Que san José y la Virgen María te guíen en tu caminar, que puedas renovar tu relación con Cristo y responderte quién es Él en tu vida.

«“Tú eres el Mesías”. Respuesta acertada sin duda alguna, pero aún insuficiente, puesto que Jesús advirtió la necesidad de precisarla. Se percataba de que la gente podría utilizar esta respuesta para propósitos que no eran los suyos, para suscitar falsas esperanzas terrenas sobre él. Y no se deja encerrar sólo en los atributos del libertador humano que muchos esperan.»
(S.S. Benedicto XVI, Homilía, 16 de septiembre de 2012)

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito 
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, ante Jesús Eucaristía, recordaré esos momentos en que decidí seguirlo y le pediré que me ayude a serle siempre fiel.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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