Domingo 17 de julio – La mejor parte – Marta y María

H. Cristian Gutiérrez, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, por permitirme estar aquí contigo. Te agradezco tu cercanía y tu amor. Gracias porque siempre estás a mi lado para apoyarme y bendecirme. Gracias por el don de la oración. Ven a mi alma, Jesús, y quédate siempre conmigo. Jamás permitas que me separe de Ti. Concédeme la gracia de ser instrumento de tu amor. Quiero compartir este día contigo y dedicarte mi oración como un acto de amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llama da Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llama da María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Tú me has dado una vocación que integra estas dos realidades: contemplación y evangelización. En este pasaje contemplo a Marta y a María, dos amigas tuyas que, con alegría, te reciben en su casa buscando cada una darte lo mejor de sí. No las contrapongo, sino que las integro para descubrir así lo positivo que cada una de ellas me puede dejar.

Tú me llamas a ser contemplativo como María y evangelizador como Marta. La primera es la persona que se dedica a escucharte, que «pierde» su tiempo simplemente estando en tu presencia. María es la mujer de la oración. Es la que escoge sentarse a tus pies y dejarse instruir. ¿Qué tanto de María hay en mí? Dame la gracia de ser contemplativo, que sea una persona de profunda vida de oración.

Pero no me llamas solamente a conocerte y amarte, sino también a transmitirte. Marta es la mujer que trabaja y se esfuerza para que Tú estés feliz y que otros puedan escucharte, contemplarte. Ella es la colaboradora para que los demás no se distraigan en otras cosas que no seas Tú. Puedo descubrir en esta mujer la figura del evangelizador que lucha por colaborar en la extensión de tu Reino y mostrarles a los hombres quién es el verdaderamente importante en la vida.

¿Qué tanto ha penetrado en mí ese celo por la evangelización? Enciende en mí un fuego ardiente por la salvación de las almas y la extensión de tu Reino.

(Catequesis de S.S. Francisco, 19 de agosto de 2015).

«El compromiso del trabajo y la vida del espíritu, en la concepción cristiana, no están en contradicción entre ellas. ¡Es importante entender esto! Oración y trabajo pueden y deben estar juntos en armonía, como enseña san Benito. La falta de trabajo daña también el espíritu, como la falta de oración daña también la actividad práctica.»

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En familia haremos una visita al Santísimo, antes o después de la Eucaristía, para pedir por quienes no oran, y/o en la sobremesa comentaremos sobre lo que nos puede ayudar a tener más momentos de oración.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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