apóstoles

Domingo 18 de junio. – ¿Dónde está tu nombre?

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«Jesucristo, concédeme ser un apóstol fiel y celoso de tu Iglesia y la gracia de poder anunciar en este día tu mensaje de salvación a aquellos hermanos que encuentre en mi camino. Que por la convicción con que viva mi fe católica y el ardor con que la transmita me convierta en fecundo conquistador de almas para el Reino. Amén.» (Oraciones del Regnum Christ, Ofrecimiento de obras)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 36–10, 8

En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Estos son los nombres de los apóstoles: Simón, Andrés, Santiago…» En esta lista también está mi nombre. Sí, mi nombre y apellido, escogido especialmente por Jesús para predicar su mensaje por el mundo.
Hoy también hay multitudes extenuadas y desamparadas. Necesitan que alguien las lleve a Cristo, el Pastor. Después de dos mil años, la cosecha sigue siendo inmensa, incluso más grande que antes. Y desde toda la eternidad, Dios me pensó y me llamó para ser un trabajador en este campo concreto: en las calles por las que camino, con las personas que conozco, inmerso en situaciones que me apelan personalmente.
Jesús hoy se vuelve a compadecer de la muchedumbre. Siendo Dios ya había visto, desde ese momento inicial, la misión que transmitía a sus apóstoles de todos los tiempos. Los apóstoles recibieron una tarea que, a su vez, debían pasar a las futuras generaciones. Pidió oraciones para que el Padre enviara más obreros, unidos por una misión divina, y Él mismo rezó diciendo: «No ruego solamente por ellos, sino también por los que creerán en mí gracias a su palabra.» (Jn 17, 20) Ahí estoy incluido yo también. No dice mi nombre con los labios, pero sé que me tiene muy presente en su corazón.
Hacen falta apóstoles generosos y valientes que anuncien el Reino de Cristo. Hacen falta misioneros que vayan en busca de las ovejas perdidas. Hacen falta discípulos que consuelen el Corazón de Cristo y hagan algo por su amor. Él piensa en mí. ¿Quiero poner mi nombre en esta lista?

« Nuestro Señor Jesucristo, enviado por el Padre para redimir a los hombres, envió, a su vez en el mundo, a los doce apóstoles, para que, llenos de la potencia del Espíritu Santo, anunciaran el Evangelio a todos los pueblos, y reuniéndolos bajo un único pastor, los santificaran y los guiaran a la salvación. Con el fin de perpetuar de generación en generación este ministerio apostólico, los Doce eligieron colaboradores a los que, por la imposición de las manos, les transmitieron el don del Espíritu que habían recibido de Cristo, confiriéndoles el sacramento del Orden.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy daré testimonio de Cristo con mi alegría, buscando especialmente consolar a quien esté triste o desanimado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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