Domingo 20 de septiembre de 2020 – ¡Reino de los cielos!
San Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires.
H. Luis Alejandro Huesca Cantú, L.C.
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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Jesús mío, es este domingo, me pongo en tu presencia! Déjame verte con los lentes de la fe en este tiempo de oración. Déjame sentir tu presencia y tu amor. En este momento te quiero abrir mi corazón, herido como el tuyo, para que Tú lo llenes completamente…Padre nuestro.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
No sé cuántas veces se habla en el Evangelio sobre el Reino de los cielos, pero vaya que se menciona muchas veces. Suena algo interesante porque parece que hay perlas finas, mar, viñedos, tesoros, granos de mostaza y campos para sembrar…¡No suena mal! ¿Pero quién es el rey del Reino de los cielos? ¿Acaso tiene un trono y una corona? ¿Dónde está el Reino de los cielos?
Efectivamente, todo reino necesita un rey… y el rey del Reino de los cielos es Cristo.
Todo rey necesita un trono… y el trono de Jesús es la cruz.
Todo rey tiene una corona… y la corona de Jesús está hecha de espinas.
Todo reino necesita un territorio… y el lugar donde Jesús es rey es el corazón de cada miembro de la Iglesia.
El Evangelio de hoy nos ayuda a saber un poco más del Reino de los cielos… ¡Todos ganan el premio mayor! No importa si alguno llega un poco después, como en los maratones. El objetivo es llegar a la meta: el Cielo. ¿Y tú, quieres llegar a la meta? ¿Quieres llegar al cielo? ¡No tengas miedo, abre las puertas a Cristo de par en par! Deja que Él reine en tu corazón. Ponlo a Él en primer lugar. Que todo gire en torno a Cristo: tu familia, tus amigos, tus estudios, tu trabajo. Y verás que el Reino de los cielos se hace presente ya desde ahora en tu vida.
«Encontramos la parábola de los trabajadores llamados jornaleros, que Jesús cuenta para comunicar dos aspectos del Reino de Dios: el primero, que Dios quiere llamar a todos a trabajar para su Reino; el segundo, que al final quiere dar a todos la misma recompensa, es decir, la salvación, la vida eterna.[…] Jesús quiere hacernos contemplar la mirada de aquel jefe: la mirada con la que ve a cada uno de los obreros en espera de trabajo y les llama a ir a su viña. Es una mirada llena de atención, de benevolencia; es una mirada que llama, que invita a levantarse, a ponerse en marcha, porque quiere la vida para cada uno de nosotros, quiere una vida plena, ocupada, salvada del vacío y de la inercia. Dios que no excluye a ninguno y quiere que cada uno alcance su plenitud. Que María Santísima nos ayude a acoger en nuestra vida la lógica del amor, que nos libera de la presunción de merecer la recompensa de Dios y del juicio negativo sobre los demás.»
(Ángelus de S.S. Francisco, 24 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un poco de tiempo a alguna persona que sé que necesita un poco de amor y así compartiré la alegría y la belleza del Reino de los cielos que he experimentado en mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.