corazón abierto a tu plan

Domingo 24 de septiembre. – Socios de la viña.

H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Un corazón abierto y vacío atrae tu gracia, Señor. Un corazón abierto y vacío es lo que quiero ofrecerte en esta oración. Un corazón abierto a tu plan sobre mí y a tu invitación de colaborar en tu viña. Un corazón vacío de todo lo que no eres Tú, Señor, porque Tú eres mi tesoro y mi recompensa; un corazón vacío de mí mismo, para poder recibir tantas bendiciones que me tienes reservadas hoy. Toma mi corazón y extiende en él tu Reino. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.
Por último salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’.
Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mí lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’
De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Con esta sencilla parábola Jesús expone tres lecciones importantísimas sobre el Reino que está instaurando. En ella nos muestra tres cualidades que distinguen a su Padre. Tres facetas que explican el sentido de nuestro trabajo en la viña.
Primera cualidad: Dios es un propietario con un terreno inmenso. Desde las horas tempranas de la mañana salió al encuentro de hombres y mujeres para que se sumen. No manda a otro para que contrate gente, sino que Él mismo toma la responsabilidad y es el primer interesado en conseguir un número inmenso de colaboradores en su terreno. Hay mucho trabajo que hacer, y los que hemos sido escogidos no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Será pesado el día y habrá horas de bochorno, es cierto; pero, ¡vale muchísimo la pena todo el esfuerzo y poder ayudar en algo en este proyecto divino!
Segunda cualidad: Dios no pone requisitos laborales. No pide currículum, ni hace entrevistas previas para examinar nuestra cantidad de conocimientos o experiencia. Deja las plazas abiertas para que nadie se quede en desempleo. Nos llama a este campo, que es el mundo, sin ponernos condiciones. Lo único que pide es el deseo de trabajar en su viña. ¡No necesito ser un experto para trabajar en la Iglesia! ¡No hace falta ser especialista para extender el Reino de justicia y caridad cristiana en nuestra sociedad!
Tercera cualidad: Dios siempre paga mucho más de lo «justo». Para Él no existen límites de contratos y esas reducciones de la «letra pequeña». Más bien es todo lo contrario: en su mente está el objetivo de superar lo que dice el contrato. Porque cumplir un contrato es justicia, pero lo que pasa de ahí es misericordia y amor de lo más auténtico y de lo más divino.
El Reino que estamos llamados a construir con Dios, pues, es el de la «Plusvalía» en un nivel espiritual. Dar más de lo que está prescrito: esto es caridad. Darme incluso al que no está en mi lista de los «primeros»: esto es un corazón grande. Dar todo lo que soy y tengo en bien de una misión más grande que yo mismo: éstos son los horizontes que abren al Reino de los cielos.

«¡Sigan hacia adelante! Cada uno de nosotros tiene un sitio, un trabajo en la Iglesia. Por favor, no os olvidéis de la primera vocación, la primera llamada. ¡Haced memoria! Con ese amor con el que fuisteis llamados, hoy el Señor os sigue llamando. Que no disminuya, que no disminuya esa belleza del estupor de la primera llamada. Después, continuad trabajando. ¡Es bonito! Continuad. Siempre hay algo que hacer. Lo principal es rezar.»
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de febrero de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy saldré al encuentro de alguien que no haya tratado en mucho tiempo, o con quien me cueste tratar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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