Domingo 25 de septiembre – Te espera una vida eterna
H. Cristian
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias por esta nueva oportunidad que me das para estar contigo y compartir juntos este rato de oración. Aumenta mi fe, mi confianza y mi amor. Dame la gracia de ser siempre fiel a tu amistad y jamás dejarte solo. Dame un celo apasionado por la salvación de las almas y un mayor amor y conocimiento de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces grito: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’ ”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy me hablas Señor de la vida eterna y del amor a mi prójimo. En una frase podríamos decir que al final de la vida nos examinarán del amor. Es el amor el boleto de entrada al cielo. Un amor que es concreto, que es obras, y no sólo palabras o buenas intenciones.
En este año de la misericordia me presentas este pasaje como ejemplo de cómo puedo imitarte a Ti en tu misericordia. Dame, Señor, una mirada profunda que sepa descubrir las necesidades de los que me rodean y no sea indiferente a ellas.
El amor al prójimo no es algo abstracto, platónico, ideal… es una realidad que se encuentra en el día a día de mi vida. No hay que esperarme a las grandes ocasiones para dar este amor. Basta sólo mirar a mi alrededor y encontraré como ejercitarlo.
El mundo de hoy nos enseña a vivir preocupados sólo de esta vida; a vivir al máximo, incluso a costa de los demás. Sin embargo Tú me invitas hoy a levantar mi mirada y tomar conciencia de que hay un más allá. Una vida eterna que me espera, pero que no es del todo gratuita, sino que se gana con mi esfuerzo, y sobre todo con tu gracia.
«Pidamos al Señor la gracia de ver siempre a los Lázaros que están en nuestra puerta, los Lázaros que tocan al corazón, y aquella de salir de nosotros mismos con generosidad, con actitud de misericordia, para que la misericordia de Dios pueda entrar en nuestro corazón.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de febrero de 2016, en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Compartiré un poco de alimento a alguien que lo necesite, pensando en que es a Cristo a quien se lo doy.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.