Domingo 25 de diciembre. Habitó entre nosotros

Natividad del Señor

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

María, permíteme acercarme al pesebre y tomar al Niño Jesús en mis brazos. Permíteme tenerlo así, cerca de mi corazón durante un momento, abrazarlo y acurrucarlo con todo mi cariño. Enséñame a mirarlo como tú lo miras, a hablarle como tú le hablas, con esas palabras que nacen del corazón. Que esta sea hoy mi oración, la oración a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracía y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: «A éste me refería cuando dije: E1 que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’ «.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Ha querido habitar dentro de nosotros.
De tu plenitud hemos recibido tanto, Señor… Navidad es un día de regalos. ¿Quién me ha regalado más que Tú? Me has pensado desde toda la eternidad, has creado para mí todo el universo, me has formado a tu imagen… Y no te bastó con darme la vida. Hoy celebro que me has dado incluso a tu Hijo, el Verbo hecho carne, y la abundancia de gracias que nos ha traído a todos los hombres y mujeres de este mundo.
«Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros». Las palabras sobran ante un misterio tan grande… Navidad es el día de la cercanía. Te has acercado tanto a nosotros, Señor. Has tomado un cuerpo humano. Te has hecho parte de la familia, alguien que me acompaña en cada momento del día. Un amigo; ¡el mejor Amigo!
Has querido habitar entre nosotros; y aún más, has querido habitar dentro de nosotros. Tú conoces, Señor, mi corazón. Lo he estado preparando durante el Adviento para recibirte con un grande amor. Entra en mi vida, ilumínala con tu luz, llénala con tu gracia. Hazme nacer desde Dios, transforma mi alma uniéndola más a Ti. Dame un corazón como el tuyo, para amarte tanto como Tú me has amado a mí.

«Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida. Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios. Desde aquí, comienza para los hombres de corazón sencillo el camino de la verdadera liberación y del rescate perpetuo. De este Niño, que lleva grabados en su rostro los rasgos de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios Padre.»
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Propondré un momento de oración en familia, para agradecer a Jesús todo lo que nos ha dado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comparte: