Domingo 27 de febrero de 2022 – «Por tus frutos te conocerás»

Pablo Vidal, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Espíritu Santo, ven a iluminar mi corazón, aumenta mi fe, mi esperanza y mi amor. A través de ti me pongo en presencia del Padre, quiero dejarme amar por ti. A través de ti pongo en manos de Jesús todas las cosas que me preocupan, una por una te las entrego. Quiero dedicar este momento solo a ti.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame que te saque la mota del ojo’, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca».

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús, en la parábola de hoy me hablas sobre quién es mi guía, me hablas sobre ser como mi maestro, me hablas sobre verme a mí mismo antes de ver a los demás, me hablas sobre lo que sale de mi corazón. ¿En cuál de estos puntos tocas más mi corazón hoy, en cuál me quieres hablar?

Todos ellos me llevan a pensar en los frutos que produzco en mi vida, o, mejor dicho, en los frutos que dejo que Tú, con el Espíritu Santo, produzcas en mi vida. «Cada árbol se conoce por su fruto», así también yo puedo conocerme mejor por mi fruto, por el fruto que produce mi vida. Este fruto tiene consecuencias de vida o de muerte, no solo aquí, sino para toda la eternidad. Y tiene consecuencias no solo para mí mismo, también para las personas que me rodean y para toda la Iglesia.

Hoy te pido que me ayudes a ver qué fruto está trayendo mi vida. Si es un fruto positivo, que veo que viene de ti, ayúdame a seguir así, ayúdame a dejarte trabajar todavía más en mí y a través de mí. Pero seguramente también veo algún fruto malo, puede que sea pequeño o grande, no importa. Ayúdame a verme a mí mismo con tus ojos, con tu misericordia, con tu paciencia, con tu amor. Te pido la gracia de ir cambiando poco a poco mi corazón en esos lugares donde mi fruto no sea el mejor. Tal vez el problema está en que tengo un maestro equivocado que ocupa tu puesto, tal vez me concentro más en ver a los demás y no a ti ni a mí mismo, tal vez hay cosas en mi corazón que producen este fruto malo. Ayúdame a cambiarlas, sana mi corazón y hazlo más como el tuyo. Permíteme escucharte hoy, permiteme ver qué frutos estoy dando y en dónde me llamas a cambiar. Te ofrezco este tiempo de silencio y de oración para poder escucharte mejor.

«El hipócrita es una persona que finge, adula y engaña porque vive con una máscara en el rostro y no tiene el valor de enfrentarse a la verdad. Por esto, no es capaz de amar verdaderamente —un hipócrita no sabe amar—, se limita a vivir de egoísmo y no tiene la fuerza de demostrar con transparencia su corazón. Hay muchas situaciones en las que se puede verificar la hipocresía. A menudo se esconde en el lugar de trabajo, donde se trata de aparentar ser amigos con los colegas mientras la competición lleva a golpearles a la espalda. En la política no es inusual encontrar hipócritas que viven un desdoblamiento entre lo público y lo privado. Particularmente detestable es la hipocresía en la Iglesia, y lamentablemente existe la hipocresía en la Iglesia, y hay muchos cristianos y muchos ministros hipócritas». (S.S. Francisco, Catequesis del 25 de agosto de 2021).

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a dedicar 10 minutos en silencio para examinarme y preguntarle al Espíritu Santo en qué area de mi vida necesito dejarlo entrar para cambiar y poder dar frutos de vida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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