Domingo 27 de noviembre de 2022 – «Vivir de cara al encuentro»

I Domingo de Adviento

Cristian Gutiérrez LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Señor, porque de nuevo puedo estar a solas contigo en oración. Gracias por todos los beneficios que me has concedido. Quiero estar junto a ti. Te necesito y sin ti nada en mi vida tiene sentido. Por ello acudo para suplicarte tu compañía permanente a mi lado. Aumenta mi fe, mi confianza y mi amor. Enciende en mí un celo cada vez más ardiente por la salvación de las almas y una pasión irresistible por ti y por tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada. Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El mundo de hoy me invita siempre a vivir anclado en el presente sin mirar mucho hacia el futuro. Me presenta sólo la moda de hoy, la última canción o película, la nueva versión de celular o la aplicación más avanzada hasta el momento. Pero mañana ya todo cambió. Y así pasa la vida sin pensar en el futuro.

Sin embargo Tú hoy me das un consejo para sí vivir el presente, pero siempre de cara a un futuro. «Vendrá el Hijo del Hombre». Puede ser que como cristiano moderno esto de tu regreso glorioso a este mundo me suene a fábula o superstición, invención del medioevo o algo lejano y ajeno a mi vida. Pero Tú has prometido volver y sé que siempre eres fiel a tus promesas. Así que es verdad.

Generalmente cuando un ser querido me deja por un tiempo, lo más normal es echarle de menos. Así también debería ser contigo. ¡Cuánta alegría debe suscitar en mí el poderte ver tal cual eres! Y no sólo verte sino tocarte, abrazarte y decirte: «Señor no sabes cuánta falta me hiciste. Te extrañé mucho.» Pero es obvio que esto sólo se hace con alguien que se conoce y se ama.
Tal vez es la invitación que se esconde en este Evangelio. Una invitación a crecer en el conocimiento y amor a ti. Puede ser, Señor, que no me creo bien esto de tu regreso porque no te conozco tanto y te amo todavía al estado mínimo. Dame la gracia de conocerte y amarte un poco más para así poder vivir mi vida preparado para tu regreso.

Si vivo mi vida buscando conocerte y amarte entonces no me sucederá como aquellos que narras en el Evangelio, que comían y bebían y no pensaban en el futuro. Vivían esclavos del presente sin mirar más allá de los actos concretos que realizaban. Ayúdame, Señor, a vivir mi vida de cara a tu venida, de cara al encuentro que tendré contigo, mi Dios y mi Señor.

«Jesús nos recuerda hoy que la espera de la beatitud eterna no nos dispensa del compromiso de hacer más justo y más habitable el mundo. Es más, justamente nuestra esperanza de poseer el Reino en la eternidad nos impulsa a trabajar para mejorar las condiciones de la vida terrena, especialmente de los hermanos más débiles. Que la Virgen María nos ayude a no ser personas y comunidades resignadas con el presente, o peor aún, nostálgicas del pasado, sino orientadas hacia el futuro de Dios, hacia el encuentro con Él, nuestra vida y nuestra esperanza».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy procuraré rezar en familia una sencilla oración de acción de gracias por los dones recibidos.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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