presencia de Dios

Domingo 28 de octubre de 2018 – La presencia de Dios.

H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ahora podré estar emocionado o cansado, ilusionado o desmotivado… sin importar mi situación personal quiero demostrarte que te amo y deseo alabarte para darte gracias con mis fuerzas, pero también con mi debilidad, porque sé que me amas a pesar de todo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego  llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí».  Muchos lo reprendían para que se callara. Pero él seguía gritando todavía más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo entonces y dijo: «Llámenlo».  Y llamaron al ciego, diciéndole: «¡Ánimo! Levántate, porque él te llama».  El ciego tiró su manto;  de un salto se puso en pie  y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: «¿Qué quieres que haga por ti?». El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver».  Jesús le dijo: «Vete; tu fe te ha salvado». Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino.
Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Puede haber momentos complicados en que Cristo pasa cerca de nosotros sin que le podamos ver con claridad. Así sucede en la vida de todo hombre que siente de alguna u otra forma esta presencia; no hay claridad, pero siempre hay una inquietud, una sensación. Es aquí donde Dios nos da la oportunidad para buscarle por encima de nuestra ceguera, por encima de nuestra debilidad.
Podremos encontrar a los ciegos que, por nunca haber visto con la luz de la fe, tienen la oportunidad de pedir a gritos que se les dé el don de la vista. O también habrán personas mudas que lo único que podrán hacer es caminar y alcanzar a Cristo; poniéndose de rodillas pedirán con señas la gracia de poder hablar.
Hay tantas debilidades personales que cargamos, y que posiblemente cargaremos por toda nuestra vida. En algunos será la ceguera del egoísmo, otros serán inválidos por su ira, su pereza o su soberbia. Ésta es la cruz personal que se nos ha sido dada para que en ella demostremos, con nuestra abnegación, que queremos encontrar la salud.
Todos podemos sentir la presencia de Dios, todos tenemos alguna necesidad en particular. Pero lo más importante es saber que tenemos la capacidad de dirigirnos a Dios, ya sea con palabras, gestos, o caminando detrás de Él. Tenemos la capacidad de pedirle que intervenga en nuestra vida y esperar la salud de su mano al escuchar con gran gozo: «Tu fe te salvado».

«Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: “Ánimo. Levántate, que te llama”. Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2018).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy trataré de superar mis defectos y buscaré a Dios en los demás, especialmente en esas personas que más me necesitan.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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