Domingo 3 de julio de 2022 – «La plenitud del amor»
Pablo Rodríguez de la Gala, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Ven Espíritu Santo!, te entrego este tiempo para estar contigo. Padre, pongo en tus manos todos mis miedos y preocupaciones. Jesús confío en que Tú siempre estás conmigo y que contigo puedo sentirme seguro.
Virgen María, enséñame a rezar, ayúdame a creer en el amor incondicional del Padre por mí.
Padre Santo, te pido por toda mi familia, por todos mis amigos y por toda la gente en el mundo, para que vivamos seguros en la certeza de que tú nos has creado por amor, y nos llamas a vivir contigo en el amor. ¡Ven Espíritu Santo!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: ‘Está cerca de vosotros el reino de Dios’. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios’. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo». Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuál es el sentido de la vida? Yo creo que es amar y ser amados, y así dentro de la dinámica del amor experimentamos la plenitud y felicidad que nuestro corazón tanto anhela. Y, ¿cómo se vive el amor? En Jesús tenemos la respuesta definitiva de Dios a esta pregunta y gracias a Dios tenemos los Evangelios para contemplar su vida y aprender de Él cómo vivir el amor. Ahora bien, ¿cómo vivió el amor Jesús? Pues Él vivió para los demás. Él vivía en relación al Padre y hacia todas las personas. Él era un hombre para todos y no guardó nada para sí mismo. Su entrega le costó el odio de aquellos que vivían para sí mismos y este odio se convirtió en sentencia de muerte que Jesús aceptó por amor, en la certeza de que la muerte no tiene poder sobre aquel que ama con todo su ser.
La plenitud del amor, de la entrega, es el mensaje que Jesús le pidió a los 72 discípulos que fueran a anunciar. Y hay un hecho muy impactante. Jesús envió a sus discípulos a los lugares a los que Él quería ir. Jesús, como a los 72 discípulos, nos pide ir a donde Él quiere ir. Él quiere que seamos sus pies, sus manos, su boca, su corazón. Él quiere vivir su misión en nosotros. Somos escogidos, somos importantes e indispensables a los ojos de Dios. Somos amados, hermosos a sus ojos y somos enviados a anunciar este amor a todas las personas.
Vivir con esta certeza apaga toda duda existencial si la vida tiene sentido. Nuestra vida es increíble porque hemos sido creados por amor y somos llamados a vivir en la dinámica de ser amados y amar con todas nuestras facultades.
“Bendito seas Padre por crearme y amarme. Que yo sea mensajero de tu paz y amor a todos los hombres y mujeres en mi vida”.
«La criatura humana [está] destinada a amar y ser amada». (S.S. Francisco, Catequesis del 31 de octubre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Antes de dormir le daré gracias al Padre por todos sus dones.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.