Domingo 3 de noviembre de 2019 – Búsqueda, encuentro y perdón.
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de escuchar tu voz y poder seguirla con amor para que me acerque más a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa».
Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La fe de Zaqueo lo llevó a subirse a un árbol para poder ver a Jesús porque, siguiendo su inspiración, sentía que debía ver con sus propios ojos al hombre que había hecho milagros, que era considerado profeta, una persona de la cual salía una fuerza espiritual sin precedente y que con la sola mirada irradiaba algo especial pero, sobre todo, quería ver y si fuera posible acercarse a aquel que podía perdonar los pecados y restituir lo que había perdido espiritualmente.
Zaqueo era consciente de que había hecho cosas que no eran buenas, por eso, después de su encuentro con Cristo, le dice qué propósitos ha pensado, la forma en la que quiere reparar el mal que ha hecho. Toda la historia nos cuenta el proceso interno de Zaqueo quien, al final, es bendecido por las palabras de Jesús: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa».
Esta historia de conversión nos toca a todos de diferentes modos porque nuestra distancia de alejamiento del Señor varía, pero los elementos del encuentro con el Señor, la búsqueda y curiosidad por Cristo y nuestros pecados son cosas que a todos nos conciernen, son parte de ser humano. Sigamos pidiéndole al Señor que nos acerquemos más a su amor misericordioso cada día.
«El Señor, en primer lugar, se acuerda de nosotros. Él no nos olvida, no nos pierde de vista a pesar de los obstáculos que pueden alejarnos de Él. Obstáculos que no faltaron en el caso de Zaqueo: su baja estatura, física y moral, pero también su vergüenza, por la que intentaba ver a Jesús escondido entre las ramas del árbol, probablemente con la esperanza de no ser visto. Y luego las críticas externas: en la ciudad por aquel encuentro “todos murmuraban” ―pero creo que en Albano sea lo mismo: se murmura… Límites, pecados, vergüenza, chismes y prejuicios: ningún obstáculo hace que Jesús olvide lo esencial, el hombre al que amar y salvar.»
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar por mi conversión, confiando en la misericordia y gracia de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.