Domingo 3 de octubre de 2021 – «La belleza de la infancia»
H. Pablo R. de la Gala Sánchez, LC
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Espíritu Santo, ven y dame tu paz. Ayúdame a encontrarme con Jesús. Él quiere que yo sea una persona alegre y que viva este día en plenitud. Te dejo todas mis preocupaciones y te pido que me ayudes a tomar buenas decisiones en todo lo que tenga que hacer hoy. Ayúdame a confiar, a escuchar lo que Jesús me quiere decir hoy en el Evangelio y a poner en práctica lo que Tú me pidas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16 En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?”. Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?”. Contestaron: «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio”. Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios ‘los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne’. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Qué es lo que tenemos que aprender de los niños para entrar en el Reino de los cielos? La confianza que tienen a sus padres y son capaces de dormir profundamente en sus brazos en medio de lugares con ruido. El asombro de experimentar las cosas sencillas de la vida, como correr en la lluvia, comer un dulce, jugar con juguetes, patear un balón, bailar, nadar y escuchar música o historias. Vivir sin poner seguridades absolutas en nosotros mismos, sino en Dios Padre que nos dará todo lo que realmente necesitemos. La curiosidad de hacer preguntas y así profundizar en nuestra fe. Dejarnos amar por el Padre como ellos se dejan amar por sus padres.
¡Tantas lecciones que podemos aprender de los niños! Y es obvio que no se trata aquí de ser infantiles, ingenuos o fantasiosos, más bien es confiar plenamente en la Providencia divina, así como un niño confía plenamente en sus papás. Abandonemos, pues, nuestras preocupaciones excesivas y confiemos más en Dios. Pongamos todo lo que esté de nuestra parte y confiemos. En su momento, a su modo, Dios siempre responde.
«Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón. Los niños nos recuerdan otra cosa hermosa, nos recuerdan que somos siempre hijos: incluso cuando se llega a la edad de adulto, o anciano, también si se convierte en padre, si ocupa un sitio de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo. Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha sido dado. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuésemos nosotros los dueños de nuestra existencia y, en cambio, somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal mensaje que nos dan los niños con su presencia misma: sólo con ella nos recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos» (S.S. Francisco, Angelus, 18 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trata de no preocuparte mucho hoy y de disfrutar las cosas sencillas de la vida que Dios Padre te está regalando.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.