Domingo 3 de diciembre – Mirar, vigilar y hacer.

San Francisco Javier

H. César Yali Molina Flores, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Concédeme la gracia, Señor, de tener un corazón dócil a tu voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va regresar el dueño de la casa: si al anochecer, al medio día, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: permanezcan alerta”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

A pocos días de la solemnidad de la Inmaculada concepción de María, el evangelio de hoy nos invita a «mirar, vigilar y hacer».
Mirar: las maravillas que Dios ha creado para nosotros, todo lo bueno que hemos vivido en nuestra familia y grupo de amigos. Esos momentos de alegría que hemos compartido, momentos difíciles en que lloramos, nos encontramos solos, tristes; pero siempre ha habido alguien que nos ha consolado, nos ha animado a seguir adelante y por lo que hemos comprendido que no estamos solos.
Vigilar:
I. Cada detalle de nuestra vida de gracia, los detalles en nuestra familia, en nuestra vida de esposas (os), como hijas (os), como hermanas (os), o como novias (os).
II. Que el fuego de amor, que existe, arda cada día más.
III. Los detalles en nuestra vida de padre, madre, en nuestro trabajo, en nuestra vida de hija (o) en nuestra vida de estudiante, para que la ligereza, la superficialidad no entren en nuestra vida.
Hacer:
I. Con amor y responsabilidad nuestra parte y un poco más en nuestra vida.
II. Sonreír y dar lo mejor de nosotros. Como papá o mamá guía, acompañemos a nuestras hijas (os), sin juzgarles – sabemos que muchas veces tomarán decisiones no muy acertadas. Como hijas (os) seamos amigas (os) de nuestros padres, apoyémoslos, abrasémoslos y hagamos que sientan nuestro amor.
III. Y, sobre todo, busquemos estar con Dios, quien sabe que somos débiles pero siempre nos espera con los brazos abiertos.

La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?»
(Cf Discurso de S.S Benedicto XVI, 20 de agosto 2005).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, dame la gracia de imitar a la Santísima Virgen María quien te miraba con amor, vigilaba su vida de gracia y hacia siempre tu voluntad.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré por y con amor todas mis actividades del día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comparte: