Cristo vive

Domingo 4 de abril de 2021 – El gozo de la Pascua

 

1er domingo de Pascua

h. Anderson Dugarte, L.C.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¡Qué alegría, Señor, has resucitado! Gracias por amarme tanto.

 

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En medio del gozo de la Resurrección encontramos confusión. Los apóstoles y María Magdalena no se dan cuenta, de inmediato, de que lo que sucede es que Cristo ha resucitado. Necesitan tiempo para comprender que el Señor ha vencido a la muerte y ha resucitado de entre los que yacen en el sepulcro. También nosotros necesitamos tiempo, necesitamos contemplar y dejarnos sorprender por la grandeza de los misterios divinos. Dios se nos quiere revelar, pero debe haber, de nuestra parte, cierta apertura para recibir aquello que nos quiere comunicar.

A veces nos puede pasar que somos como el sepulcro, es decir estamos cerrados y concebimos al Señor como uno que ha muerto y que yace en nuestro interior. Es ahí donde debemos dejar que Él nos abra la mente y el corazón para que le encontremos resucitado, porque Cristo vive.

Pidamos al Señor que venga a nosotros y nos abra el corazón, que nos deje entrever este gran misterio de su Resurrección; no que queramos entenderlo por completo, sino que podamos contemplarlo y experimentarlo para que nos llene de gozo tanto cuanto Él nos lo vaya revelando.

«La mañana de Pascua, advertidos por las mujeres, Pedro y Juan corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces, se acercaron y se “inclinaron” para entrar en la tumba. Para entrar en el misterio hay que “inclinarse”, abajarse. Sólo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.

El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer… Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos.»

(Homilía de S.S. Francisco, 5 de abril de 2015).

 

 

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

 

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

 

Hoy rezaré un Padre Nuestro y un Ave María por aquellos que no han experimentado el gozo de la Pascua.

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

 

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Comparte: