Domingo 4 de noviembre – El amor no hace distinción y nos invita a ser plenos.
H. Rogelio Suárez, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy gracias por todo lo que me has concedido y me concedes en cada momento. Te pido la gracia de poder amarte con toda mi mente, con todo mi corazón y con todas mis fuerzas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”. Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.
El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Al leer el Evangelio, podemos pensar que Jesús no responde bien a la pregunta del escriba. Se le pide un mandamiento y Él da dos, ¿por qué? Es porque no existe distinción al amar a Dios o al prójimo. El amor no es exclusivo, pues si amamos a Dios, entonces amamos a nuestro prójimo, incluidos nuestros enemigos.
Inclusive san Juan nos lo dice muy claro, «Nosotros amamos, porque Él nos amó primero. Si alguno dice amar a Dios y odia su hermano es un mentiros; pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de Él este mandamiento: quien ama a Dios, que ame también a su hermano.» (1 Jn. 4,19-21).
Siguiendo el Evangelio, nos viene a la mente una pregunta: ¿Qué es lo que le falta que le hace estar todavía lejos del reino de Dios? El escriba ya sabe muy bien estos mandamientos, pero posiblemente solo lo sabe de mente, no lo ha llevado a su corazón y no lo ha hecho vida en sí mismo. Es lo que le puede impedir llegar a la plenitud pues el amor, cuando se hace vida, te hace la persona más feliz del mundo.
No dejemos que los conocimientos del amor, se queden solo en nuestra mente, los tenemos que bajar a nuestro corazón, para llevarlos a las obras. No dejemos morir el amor que tenemos para dar a los demás y, sobre todo, a Dios.
«El amor al prójimo corresponde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda sobre un verdadero amor hacia Dios. Es así posible para el cristiano, a través de su dedicación, que haga experimentar a los demás la ternura procedente del Padre celestial. Para dar amor a los hermanos, hace falta, en cambio, sacarlo del horno de la caridad divina, mediante la oración, la escucha de la Palabra de Dios y el sustento de la santa Eucaristía. Con estas referencias espirituales, es posible obrar en la lógica de la gratuidad y del servicio» (Homilía de S.S. Francisco, 25 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y pedirle la gracia de hacer vida el amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.