Domingo 5 de julio de 2020 – Sencillo como un niño para entender con el corazón.
H. Francisco J. Posada, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que pueda ver cuán necesario es la sencillez en mi vida porque no quiero enredarme con mis problemas que me llevarán a aislarme, sino que te tenga la confianza de hablar de mi vida como amigo y te pueda compartir mis penas y sueños porque sé que son importantes para Ti, como yo soy importante para Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un niño es fácil de convencer o, por lo menos, la mayoría lo son, por esto es que Dios quiere que seamos como niños, sencillos. Él quiere comunicarnos cuánto nos ama, pero si nosotros nos enredamos en querer escuchar razones o en que no lo sentimos cerca, no conoceremos esta verdad que trasciende nuestro entendimiento. El solo hecho de pensar en que Dios nos revela este gran secreto, que es su amor infinito por nosotros, nos colma de una paz inmensa, pero, a la vez, es una verdad que es difícil de entender. Es un campo donde le tenemos que pedir al Señor que nos conceda la gracia de verlo con el corazón para que se haga realidad ahí donde nos llega su mensaje con palabras y sentimientos.
Cristo se ha hecho sencillo y más aún, niño; por esto Él es capaz de decir que el Padre ha revelado los misterios a gente sencilla porque lo experimentó como hombre. Aunque Él ya tenía una gran intimidad con Dios Padre, no quiso rechazar la oportunidad de sentir el amor del Padre en carne humana y por eso tomó la forma de hombre. Así como un niño quiere ser como su papá, Cristo es como el Padre, y los dos quieren hablar a un corazón sencillo que no pone trabas a la gracia y que la pide con confianza e insistencia.
Cristo, ayúdame a encontrar en Ti el ejemplo de hijo que necesito en mi vida, que, aunque sea adulto, pueda volver a ese momento cuando dependía de otros y me dejaba ayudar. Te pido la gracia de entender tu mensaje con el corazón y poder seguirte en el camino que me indicas, porque estar contigo es una experiencia única e irrepetible; y que pueda demostrarte mi fe en Ti porque Tú no quitas nada y lo das todo.
«Si la verdad y la fe, la felicidad y la salvación no son una posesión nuestra, una meta alcanzada por nuestros méritos, entonces el Evangelio de Cristo se puede anunciar solamente desde la humildad. Nunca se podrá pensar en servir a la misión de la Iglesia con la arrogancia individual y a través de la ostentación, con la soberbia de quien desvirtúa también el don de los sacramentos y las palabras más auténticas de la fe, haciendo de ellos un botín que ha merecido. No se puede ser humilde por buena educación o por querer parecer cautivadores. Se es humilde si se sigue a Cristo, que dijo a los suyos: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. San Agustín se pregunta cómo es posible que, después de la Resurrección, Jesús se dejó ver sólo por sus discípulos y no, en cambio, por los que lo habían crucificado. Responde que Jesús no quería dar la impresión de querer “burlarse de quienes le habían dado muerte. Era más importante enseñar la humildad a los amigos que echar en cara a los enemigos la verdad”.»
(Discurso de S.S. Francisco, 21 de mayo de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Reflexionar sobre mi niñez y darle gracias a Dios por esos momentos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.