Domingo 7 de julio de 2019 – La mirada puesta en lo alto.
H. José Alberto Rincón Cárdenas, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, que mi corazón no olvide lo cerca que está el Reino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12.17-20
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir, y les dijo: ‘La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; Yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa.’ Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá.
Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios.’ Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca.’ Yo les digo que en el día del juicio Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad.’
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: ‘Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre.’ Él les contestó: ‘Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo.’
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El itinerario del discípulo. Así podríamos titular el pasaje de hoy. Y es que en él se nos muestran los pasos a seguir para poder verdaderamente ser fieles testigos de lo que hemos visto y oído de boca del Señor. Quisiera ahora centrarme sobre cuatro lecciones que aplicar en nuestra vida.
La primera: los envío acompañados. Cierto es que en la Iglesia tenemos muchos ejemplos de santos misioneros que asumieron solos la labor de proclamar el Evangelio en tierras desconocidas. Pero igual de cierto es que la fe florece únicamente donde hay una comunidad que la acoja. Y la comunidad nunca puede ser de un solo individuo.
La segunda: corderos en medio de lobos. No es sencilla la tarea de evangelizar, de anunciar la fe. Hay muchos obstáculos y un Enemigo mortal, que conoce nuestras debilidades. Ante eso, sin embargo, no debemos reaccionar con la fiereza del lobo, sino con la mansedumbre del cordero. El Evangelio es verdad, sí, pero en el amor, en la misericordia.
La tercera: portadores de paz. Sí, el Evangelio causa oposición, provoca que los hijos se vuelvan contra los padres y los padres contra los hijos. Mas esa contrariedad no se da en la violencia. Dios no se manifiesta con agresividad. El verdadero testigo se reconoce por la paz que lleva dentro de él, la misma paz que quiere comunicar.
La cuarta: poderosos en el Señor. Humanos, llegamos a corta distancia; acompañados por la fuerza del Señor, llegamos a cualquier lugar. Basta dar una hojeada a la historia para constatar que es difícil hallar fronteras para un discípulo que arde en deseos por evangelizar. No obstante, hay un riesgo que debemos evitar, y es el de creer que los prodigios realizados son el motivo de nuestro éxito. No es así.
Al final, una cosa es la que debe seguir motivando nuestra entrega. Podemos ir de dos en dos; podemos comportarnos cual dóciles corderos en medio de lobos feroces; podemos llevar la paz del Señor a la casa que nos reciba; podemos incluso someter algún demonio en nombre de Jesús; todo eso pasa. Lo que permanece, como siempre, es la Palabra de Dios, y ella nos dice que nuestros nombres, con todo y apellidos, están inscritos en el cielo. Una alegría así…no se puede quitar.
«Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, les dijo: “Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa´. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana. La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con interés.»
(SS Papa Francisco, homilía del 1 de enero de 2019)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tomaré un momento de reflexión este día para hacer espacio en mi interior para la llegada del Reino, que día a día viene a mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.