Domingo 8 de agosto de 2021 – Realizarnos como hijos en el Padre.
H. Erick Flores, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola, Señor, me dispongo a rezar un momento. Envía tu Espíritu para que tu Palabra entré en mí, así como el agua es absorbida por la tierra seca. Deseo encontrar en Ti todo, deseo que seas mi plenitud y que, viéndome como hijo tuyo, encuentre un rostro de padre. Padre nuestro que estás en el cielo, entra en mi vida, pues soy pecador. Cristo Rey Nuestro, ¡venga tu Reino!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo», y decían: «No es éste, Jesús, el hijo de José ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?».
Jesús les respondió: «No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ése sí ha visto al Padre.
Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que baja del cielo, para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Un tema que siempre ha golpeado la vida del hombre es la paternidad. Hay diversos tipos de paternidad y en Evangelio vemos al padre que conoce el hombre que vive en la tierra y el padre que está en el cielo. Tanto el padre del cielo como el de la tierra, están presentes de alguna manera en todo hombre. Nadie, nadie, nadie está fuera del proyecto de Dios y su gran amor y misericordia. Así lo quiso.
En primer lugar, Cristo nos habla de un padre que atrae y envía. ¿Has visto que el agua caiga hacia arriba? Al menos yo no, así es Dios Padre. Nos atrae hacia lo eterno. Nuestra persona si va al contrario de la atracción que Dios Padre estableció en nuestra alma, va por un camino de tristeza, estrés, frustración e inquietudes. Por eso, dejarnos atraer sin forzar, eso es vivir en gracia, vivir con energía y pasión por Cristo que nos dice que en la vida hay que aprender a escuchar y aprender del Padre. De esta manera, nos acercamos al camino de plenitud proyectado por Dios en nuestra vida, siempre considerando nuestra libertad.
En segundo lugar, el padre de la tierra. Los hombres dicen que ya conocen a su padre y a su madre, pues es el carpintero. Y no es que profundice Cristo en la paternidad de san José, pero el hecho nos muestra que sí estuvo presente en la vida de Cristo pues el pueblo lo conoce. El padre de familia está invitado a ser fiel y trabajador. ¿Sólo eso se puede decir del padre de la tierra? No, pues una cosa fundamental falta y nunca se debe olvidar. El padre de la tierra es quien ha dado la vida junto a una mujer, la madre de cada uno. El padre da vida y eso le hace ser un buen padre, lo demás está en las manos de la providencia, la libertad y creatividad del hombre para ganarse a sus hijos. Hay quienes más, hay quienes menos, pero no importa el más o el menos.
A modo de conclusión, Cristo tiene una visión que va más allá, nos la enseña y muestra. «Todos serán discípulos de Dios» significa que todos estamos llamados a ser hijos del Padre Celestial, en quien encontramos la verdadera paternidad. En el Padre del Cielo, el hombre encuentra realizados todos los anhelos como hijo, y no sólo eso, pues el hombre encuentra gratitud por la vida que ha recibido por medio de su padre de la tierra. Por tanto, ver las dos paternidades y elevarlas, así como Cristo nos lo ha enseñado, sabiendo que todos, todos somos llamados a realizarnos como hijos en el Padre del Cielo.
«Es el Padre quien nos lleva al conocimiento del Hijo: sin esta intervención no podemos conocer el misterio de Cristo. Esto también se aplica a la misión: no convertimos a nadie, es el Padre quien atrae. Podemos simplemente dar un testimonio de fe. El Padre atrae a través del testimonio de la fe. Es necesario rezar para que el Padre atraiga a la gente a Jesús: el testimonio y la oración son necesarios. Este es el centro de nuestro apostolado. Preguntémonos: ¿doy testimonio con mi forma de vida, rezo para que el Padre atraiga a la gente a Jesús? Ir a una misión no es hacer proselitismo, es ser testigo. No convertimos a nadie, es Dios quien toca los corazones de la gente. Pidamos al Señor la gracia de vivir nuestro trabajo con el testimonio y la oración para que pueda atraer a la gente a Jesús.»
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de abril de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar un Padre Nuestro en familia antes de comer.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.