«Él es tu Señor, ¡póstrate ante él!, (salmo 45,11)»

Ejercicios espirituales de mes de las consagradas del Regnum Christi

Del 27 de mayo al 26 de junio, en la sede del gobierno general de las consagradas del Regnum Christi en Castel di Guido, Roma, se llevaron a cabo los ejercicios de mes de las consagradas que participan en el curso de preparación a la emisión de los votos definitivos.

Los ejercicios fueron predicados por el P. José María Antón LC, basados en los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.

«Cuando supe que haríamos un mes de ejercicios espirituales antes de los votos definitivos mi primera reacción fue un poco aprensiva», comparte Amelia Hoover.image001

«Gran parte de mi experiencia en este mes fue precisamente encontrar a Jesús que me recuerda la jerarquía de mi vida. Viví un mes completo donde mi única prioridad era seguirlo en la oración. Al final de los ejercicios me siento agradecida», finaliza Amelia.

Los ejercicios espirituales se vivieron en un ambiente de contemplación, recogimiento, oración, silencio e intercesión.

El P. José María Antón, LC comentó también su experiencia como predicador:

«Me regalaron muchas horas de oración. En mi corazón resonaba aquella expresión del Evangelio de San Lucas: ‘No soy más que un pobre siervo; sólo he hecho lo que tenía que hacer’. Así que antes de cada meditación y de cada plática iba a la capilla. Las ejercitantes me edificaron por su fervor y por su sed de oración».

Por su parte, Thalía Cervantes comentó:image008

«Dios me regaló una experiencia de su amor que me sostendrá toda la vida, que como María he intentado guardar en mi corazón. Hice muchas pinturas para expresar lo que pensaba y sentía. Comparto una que, quizá, es la más personal. Es el ‘Fiat’, el sí de María en la Anunciación: ‘hágase en mí según tu Palabra’. Y el sí de Cristo en la Pasión: ‘hágase tu voluntad y no la mía’. Es el amor en la luz y en la oscuridad (la Cruz está representada de color oscuro del lado derecho del cuadro). Además es el Magnificat cantado en todo momento. Es María recibiendo al Espíritu Santo, que se cubre de Su sombra en la Encarnación y que lo recibe con los Apóstoles en Pentecostés. Ella misma es Cáliz que acoge, que recoge del costado de Jesucristo los tesoros de su Corazón; que cree, espera y ama, con las manos vacías. Su aureola es la Eucaristía, el Espíritu Santo que la posee, que me lleva a decirle a Dios: sé Tú mi santidad».

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