«Jesucristo y la evangelización han sido las dos fuerzas que me han vinculado fuertemente al Regnum Christi»
Entrevista a María Elena Miranda a 40 años de su consagración a Dios en el Regnum Christi
María Elena Miranda lleva toda una vida en el Regnum Christi, tres años en Chile y este mes cumple 40 años de su consagración a Dios. Para celebrar esta importante fecha la entrevistamos con el fin de conocer su historia, sus anécdotas más preciadas, su relación con su hermana, Rosario Miranda, que también es consagrada y conocer su impresión sobre el proceso de renovación del movimiento.
A los trece años ingresó al ECYD y tres años después se consagró en la ciudad de Madrid. Lleva tres años en Chile trabajando en la pastoral de profesores del Colegio Everest, llevando también el Evangelio a las personas a través de las Misiones Urbanas y llevando la comunión a los enfermos en la Clínica Santa María. Ella creció en una familia donde sus papás vivían una fe muy natural y no pensó en consagrarse a Dios hasta que el padre Alfredo Torres la invitó a pensar y reflexionar sobre esa idea.
¿Qué es el Regnum Christi para ti?
El Regnum Christi para mí es vida porque Dios me ha hecho una con el Movimiento, de manera que no me imagino sin el Regnum Christi. He desarrollado mi relación con Cristo en el movimiento a través de la oración, de la cercanía y de un trato de corazón a corazón con Él. Jesucristo y la evangelización han sido las dos fuerzas que me han vinculado fuertemente al Regnum Christi.
¿Cómo conociste al Regnum Christi?
Fue en la ciudad de Toledo cuando empezaron a ir a mi casa sacerdotes de la congregación que conocieron a mi hermano, que hoy es sacerdote de los Legionarios de Cristo, a contarnos del Regnum Christi, de las obras y de los colegios y nos fueron entusiasmando con el movimiento. Luego nos fuimos a vivir a Madrid y allí pasé a ser miembro del ECYD.
¿Hay alguna anécdota que presagiara tu vocación de consagrada?
Mi deseo de adolescente era casarme, tener diez hijos y ser una familia numerosa, pero recuerdo al mismo tiempo el pensamiento, clarísimo y con mucha fuerza, que me decía mi corazón sólo va a ser para Dios. Y ese pensamiento me vino muy fuerte cuando un sacerdote me planteó que pensara y reflexionara sobre una posible vocación.
¿Cuándo comenzaste a pensar en serio sobre la vocación a la vida de consagración?
A los 17 años, antes me había venido ese pensamiento pero no lo clasifiqué como una vocación de consagrada, porque no conocía en ese momento a las consagradas, las empecé a conocer cuando me incorporé al ECYD, pero nunca pensé que sería como ellas. Me entusiasmaba como me transmitían la espiritualidad, como buscaban hacer apostolado y su relación personal con Cristo. Eso se me grababa, me impulsaba y me contagiaba ideales grandes. Tres años después decidí ser consagrada.
¿Cómo resolviste la inquietud vocacional?
Cuando el padre Alfredo Torres me planteó reflexionar sobre mi vocación y me dijo que lo tenía que ver ante el Sagrario, cara a cara con Dios. ¡Me dije que era una locura! Pero también me decía no veo el por qué no. Yo sabía que era para Dios y eso era más fuerte que la locura. Igual sigo pensando hasta hoy que la vocación es como una locura de Dios.
¿En dónde has colaborado en estos 40 años?
Mis destinos han sido: formación en Dublín, Roma; apostolado en la ciudad de México, Barcelona, Madrid, Tenerife, Madrid, Santiago de Chile. En estos lugares he estado con la pastoral del ECYD, profesora de Formaciòn católica, catequista, pastoral de profesores.
¿Cuáles son tus mejores recuerdos?
La vida de comunidad, que tiene sus luchas pero que es un don muy grande porque te permite compartir, reírte, pasarlo bien, vivir de cara a Dios, y sobre todo te forja para ser lo que uno está llamado a ser. También dar clases de religión, sobre todo de los niños de básica, que me han enseñado mucho con su sencillez y con un amor a Dios muy limpio, natural y muy espontáneo que me ha ayudado a simplificar mi relación con Dios. Lo resumiría en que he gozado mucho el amor que he recibido de Dios a través del apostolado, de la vida de comunidad, de la Eucaristía y de la posibilidad que me ha dado de transmitir y compartir Su amor.
¿Qué es lo que más te gusta de colaborar en Chile?
Veo mucha necesidad de transmitir el amor de Dios. Se necesita una purificación profunda que ya se ha comenzado con gran esperanza. Lo digo por la experiencia que hemos tenido en nuestra historia como movimiento. El dolor nos ha hecho bien, aunque ha sido costoso hemos fortalecido nuestra fe. Eso ahora se necesita en todo el mundo, formarse en la fe, pero con gran afecto, no sólo con la cabeza. Por eso, el compartir y transmitir su amor ha sido lo que más me ha gustado. Necesitamos una fe que haga superar nuestros problemas y que nos sostenga.
¿Qué tan especial es que tengas una hermana (Rosario Miranda) que también es consagrada?
Estuvimos muchos años separadas hasta que me destinaron a Chile. Fue una bondad muy grande del Movimiento mi destino a Santiago por estos años para gozar y aprender mucho de mi hermana. Vivimos en distintas comunidades, pero nos buscamos mucho para trabajar y para hacer apostolado. Me divierto con ella. Me ayuda y me enseña muchas cosas. Es muy lindo tener la misma vocación: hablamos el mismo idioma, compartimos hablando de la vida, me ayuda mucho en el tema de la misión y no digamos con la tecnología y… ¡cuántos desahogos tengo con ella! Disfruto mucho esos momentos.
¿Cómo entiendes tu vocación de consagrada en el mundo de hoy?
Hay que vivir a tope la vocación. Ser consagrada a Dios es transmitir Su amor dentro de ese vínculo y de esa intimidad que tenemos, y le pido que eso se haga fecundo en las personas y en las obras. No solo hay que orar sino también actuar. Por eso hay que aprovechar las oportunidades que tenemos con las personas de formas proactiva y creativa.
¿Qué esperas del nuevo proceso de renovación que está realizando el Regnum Christi?
El proceso ya ha hecho mucho bien. Me gustaría ver un Regnum Christi enamorado de Jesucristo y deseando transmitirlo a las personas con la fuerza de siempre y si se puede aún más, que cada persona sepa cuánto la ama Dios. El Regnum Christi es un medio con su propio carisma, es un don para la Iglesia y para la humanidad. Deseo que nos fortalezcamos más en esta renovación para ser lo que estamos llamados a ser.
Si tuvieras que describir a la familia Regnum Christi, ¿cómo lo harías?
Una familia muy alegre dispuesta a llevar a cabo la misión de todos los modos tan posibles como el Espìritu Santo vaya inspirando, con muchas ganas de transmitir y de ayudar a las personas para que conozcan a Dios, con mucha fuerza y con mucha alegría.
¿Cuáles es tu mensaje para los miembros del Regnum Christi en Chile?
Que nos dejemos que sea Su amor el que nos enamore, y que seamos esa fuerza alegre que impulsa, que ayuda y que está al servicio de la Iglesia y de las personas. Por muchos años que lleve de vida consagrada me alegra que uno siga “cogiendo el estropajo y la escoba” por decirlo de alguna manera; es decir: estoy muy agradecida de los años de consagración pero no me hacen sentirme más digna ni más especial. Eso es la Iglesia, todos al servicio de todos.