Jóvenes del Regnum Christi de Chile construyeron nueve capillas en la IV Región

Más de 300 alumnos y ex-alumnos de los colegios Cumbres, Everest, San Isidro y La Cruz, en Chile, trabajaron en las zonas del Valle del Elqui y de Barrazas donde construyeron nueve capillas en la IV Región.

Las comunidades de estas dos zonas del norte chileno podrán reunirse en las capillas no sólo en adoración a Cristo en un ambiente acogedor para cultivar su fe sino que también para congregarse en torno a otras actividades comunitarias.

Las «Cruzadas» son un apostolado social católico que comenzó hace 12 años bajo la guía de la Congregación de los Legionarios de Cristo. Desde 2004 han levantado más de 100 capillas con la asistencia de más de 1,000 voluntarios durante 18 trabajos de verano e invierno.

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Una de las misioneras de este año, Sofía Zalaquett, quien vive en Estados Unidos y es ex-alumna del Colegio Everest, entregó su testimonio de la experiencia apostólica y espiritual que vivió en las así llamada «Cruzada de Invierno» –en el Hemisferio Sur se encuentran en Invierno–.

Sofía Zalaquett: «La Cruzada no fue un sacrificio, al contrario, fue una bendición».

Una de las misioneras que viajó a la Región de Coquimbo, Sofía Zalaquett que vive hace algunos años en Nueva York, Estados Unidos, y es ex-alumna del Colegio Everest, compartió su testimonio de la experiencia apostólica y espiritual que vivió en la Cruzada de Invierno:

«Llegué de la Cruzada de invierno el domingo. Estaba cansada y había trabajado duro. Vivo en Nueva York y vengo gran parte de mi verano a ver a mi familia en Chile, pero ir a la Cruzada es algo en lo que no quise fallar.

Necesitaba un momento para mí, reflexionar sobre mi vida, mi relación con los demás y con Dios.

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Con un ritmo de vida al igual que muchos en Santiago, no lograba encontrar un momento para detenerme completamente y contemplar. Contemplar la naturaleza, la gente, mis pensamientos, las cosas que Dios me entregaba día a día.

El estar alrededor de gente positiva y sencilla que te agradece por lo que uno está haciendo por ellos te motiva a seguir ayudando y a darte cuenta de que sí, uno es capaz de ayudar.

Pero como decíamos en una de las reflexiones durante la noche: ayudar no solo en construcciones o misiones, sino partiendo desde casa, porque ahí es realmente difícil.

Se puede decir que “sacrifiqué” una semana de estar con mis amigas y familiares que apenas veo para ir a las Cruzadas, pero no fue un sacrificio, al contrario, fue una bendición.

La ironía es grande porque uno va a “entregarse” por una semana pero uno es el que llega con más regalos. Nuevos amigos, una mente más clara, y una gran apreciación de lo que se tiene material y espiritualmente.

El mayor desafío de la Cruzada no fue ir esa semana, sino poner en práctica lo aprendido y vivido a la vuelta.

Con una amiga al día siguiente de nuestra llegada nos reíamos, entre nerviosas y confundidas, de lo extraño que era estar de vuelta en nuestra realidad que muchas veces parece ser tan material, rutinaria y sin sentido.

Pero al menos ya sé que ahora estoy lista para recibir las contrariedades de la vida y recibirlas con amor más que con dolor».

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